Dicen que el tiempo lo cura todo, pero la verdad es que solo Jesús puede sanar de verdad el alma herida. El tiempo puede adormecer un recuerdo o alejarnos del dolor, pero no transforma ni restaura desde dentro. El consuelo verdadero no viene de ver pasar los días, sino de acercarse a los pies del Salvador, de dejarse tocar por Su compasión infinita. Solo en Jesús encuentras la medicina que cura lo profundo, lo que nadie más ve. Él entra en tu historia con poder y ternura, y donde el tiempo no basta, Él obra milagros. No pongas tu esperanza en los relojes: ponla en las manos del que venció el dolor con amor.
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