La familia es el último refugio que queda antes de que los poderes de este mundo se abalancen sobre el individuo aislado y necesitado para venderle con mentiras cualquier veneno disfrazado de felicidad.

hola walter

hola walter
«Soy el único exorcista que trabaja siete días a la semana, desde la mañana hasta la tarde, incluidas Nochebuena y Semana Santa»

NO HAY PAZ SIN JUSTICIA

La paz se construye con la verdad.
HIJOS: NO PERMITAN QUE LA MALDAD LOS SEPARE NI LOS ENFRENTE. LA MALDAD ADOPTA "FORMAS Y MODOS QUE SON INSOSPECHADOS" PARA PODER ANIQUILAR DONDE HAY UNION. UNA VEZ QUE LOGRA METERSE EN EL VINCULO Y DESESTABILIZARLO, VA POR CADA UNO POR SEPARADO. ALEJENSE Y ALEJEN DE SUS VIDAS TODO LO QUE QUIERA SEMBRAR INDIVIDUALISMO Y DESUNION. LOS AMO.

WALTER RAK (DNI 14.593.322) Y EL TRIBUNAL DE FAMILIA N 2 DE SAN ISIDRO: COMPLICES

REPARACION Y JUSTICIA

LAS HISTORIA QUE NO ESTA SANADA NO TE PERMITE IR PARA ADELANTE.

"HUIR DE LOS PROBLEMAS ES UNA CARRERA QUE JAMÁS GANARAS"

"MI CONFIANZA ESTÁ PUESTA EN DIOS"

"EN JESÚS CRUCIFICADO DIOS QUIERE ALCANZAR AL PECADOR, EN SU LEJANÍA MÁS EXTREMA, JUSTAMENTE ALLÍ DONDE SE PERDIÓ Y SE ALEJÓ DE ÉL"

"EL MUNDO (el ambiente socio-cultural) TE PROMETE COMODIDAD. PERO TU NO FUISTE CREADO PARA LA COMODIDAD SINO PARA LA GRANDEZA" BENEDICTO XVI

Hijos los amo

Hijos los amo
Si un escritorio desordenado es signo de una mente desordenada, entonces, ¿Qué hemos de pensar de un escritorio vacío?
Albert Einstein


Sufrir por amor, solo en tu cruz Señor es posible. Gracias.

Sufrir por amor, solo en tu cruz Señor es posible. Gracias.

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martes, 30 de agosto de 2016


San Juan Pablo II (Karol Józef Wojtyła) 
fue luz en las tinieblas de un mundo que no conoce lo que es el amor

Imita a Juan Pablo II: dobla tus rodillas, apaga tu ruido, abre tu interior a la luz de Dios para que ilumines las tinieblas del mundo con tu amor




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lunes, 29 de agosto de 2016







"La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano."

"Los que no quieren ser vencidos por la verdad, son vencidos por el error."

San Agustín


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domingo, 28 de agosto de 2016

28 de agosto: La deportación de los Alemanes del Volga


Cuando somos conscientes de nuestra historia, es difícil que se nos pueda manipular. Sin raíces es fácil que nos manejen.


La memoria no es lo antiguo sino lo profundo.
La memoria no es el paisaje sino el cimiento.

La memoria no es el cofre sino la fuente y el árbol.

F. N. Medina

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Solzhenitsyn – varias personas me acompañaban mientras rezaba ante su tumba- dio voz a todo este anhelo de verdad, a esa ansia santa de desenmascarar el pasado descubriendo todas las raíces de su podredumbre, y evitar así que las generaciones futuras se hundan en el abismo de odio, de desprecio del hombre, de abandono de Dios, que hicieron posible semejante catástrofe, que sólo hombres que ejercitan el poder con total desprecio de sus semejantes, de sus personas, de sus convicciones, de su fe, pueden llevar a cabo. Es el pecado radical del poder político cuando se pone al servicio de una ideología, de un partido, sea del “género” que sea, y no se piensa en el bien de cada ser humano.

http://www.religionconfidencial.com/tribunas/tumba-Solzhenitsyn_0_2763323660.html

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Historia de nuestro pasado (abuelos maternos).
Historia de exclusión, destierro, manipulación.
Sufrimiento de nuestros antepasados.
Valorar sus lágrimas, dolores, angustias, impotencias. 
Recordar sus sufrimientos, su desesperación, rescatarlos del  olvido que pretende el mundo del descarte y de lo efímero. 
Cada lágrima, cada desgarro, ya lo sufrieron para que evitemos caer, sabiendo y amando nuestras propias heridas. 
Dios nos hace nacer en una familia, con una historia propia, no es casual, nada es casual, tampoco causal. En el plan de Dios todo tiene sentido y fundamento para entender de que se trata realmente la vida, y podamos pasar por los engaños del mundo, la carne y el diablo.

Traer al presente sus vidas recordándolos y rezando por ellos, es reconocerlos como personas únicas eternas y valiosas, que es lo que todos somos. Nos veremos en la eternidad con todos los que no sucumbieron al mal. 

Cuenta mi mamá, que su que a su papá (14 años) junto a sus hermanos los embarcaron solos hacia América por la situación de riesgo para ellos. Su madre, en el puerto, lloraba y se arrancaba los pelos. 
Desgarradoras historias tenemos, que nos instruyen para continuar en este valle de lágrimas, y no caer en la desesperación de no saber de que se trata.

Cambia el escenario, la cultura, los protagonistas, la época. La historia del diablo es monótona y por eso previsible si estamos atentos. Los enemigos serán también los mismos: el mundo, la carne, el diablo (encarnados en personas y circunstancias actuales). 

La obra seguirá teniendo el mismo argumento: Víctimas de víctimas, y , de víctimas a victimarios o santos. 
La elección cada vez más consciente, conforme a que podamos valorar en profundidad toda nuestra historia: Hijos de Dios, o, Hijos del Diablo. 

El "mundo" de la muerte y del descarte busca hacer añicos los cimientos de cada persona, y de esa forma poder asestar mejor los golpes.

Y vos walter, andá a un exorcista...
de víctima (ya voy a referirme a eso), pasaste a victimario. 
Dios puede rescatarte (si vos le permitís). 
El diablo te puede tener poseído, pero no puede poseer tu libertad, solo te tiene engañado, hay un lugar del corazón al que el diablo que no puede llegar. La libertad de elección entre el bien y el mal (fue dada a los hombres por Dios y ni Dios la toca). Dios no nos hizo esclavos, nos hizo a imagen y semejanza para la vida eterna y no quiere que nadie se pierda. 

Todos tendremos vida eterna (plan de Dios), solo que algunos una vida en el Paraíso y otros una vida en el infierno. 
La elección no es difícil, y se hace en la vida terrena.
Que Dios te bendiga walter.
Rezo por tu salvación.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal. 
Amén.

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(22 agosto, 2015)
Alemanes del volga

A partir de 1764, se formaron en ambas márgenes del río Volga 106 colonias agrícolas alemanas. Las personas que vivieron allí formaron el compacto sociocultural conocida como alemanes del Volga.

Leandro Hildt (Colaboración)

Alemanes del volga 2

Llegaron a ese lugar invitados por Catalina II de Rusia, llamada “La Grande”, quien les otorgó una serie de privilegios para convencerlos a mudarse a ese lugar. La principal actividad de estas colonias fue la agricultura y la ganadería. Tuvieron que pasar 100 años de sacrificio y trabajo duro para lograr cierto bienestar y estabilidad. Luego, el Zar Alejandro II comenzó a anular los privilegios otorgados por Catalina. En 1874, se dio a conocer un Manifiesto que, entre otras cosas, establecía el servicio militar obligatorio que duraba varios años y la introducción del idioma ruso en las escuelas, que hasta ese momento mantenían el idioma alemán. Este intento de rusificación de los alemanes, que mantenían sus costumbres y religión desde un principio, hizo que algunos decidieran dejar el Volga y buscar otros países para vivir.

En 1877, Nicolás Avellaneda promulgó la ley de inmigración en Argentina, y la noticia llegó a los alemanes del Volga, que comenzaron a llegar a partir de fines de 1877 y comienzos de 1878 para fundar en nuestro país una serie de aldeas. Además de la Argentina, también recibieron inmigrantes alemanes del Volga los Estados Unidos, Brasil y Canadá; pero centenares de miles de alemanes se quedaron en Rusia. Los que dejaron el imperio zarista fueron un porcentaje muy reducido de todos los habitantes de la zona del Volga.

El imperio ruso quedó abolido en 1922 y se formó la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Algunos seguían intentando salir de Rusia hasta que esto ya no fue posible a partir de 1929 por un decreto del Joseph Stalin. Más de un millón de alemanes quedaron en la Unión Soviética. Bajo el comunismo, las aldeas alemanes del Volga llegaron a formar primero una región autónoma, y el 6 de enero de 1924 se constituyó la República Autónoma Socialista Soviética de los Alemanes del Volga. Su capital fue Pokrovsk que en 1931 adoptó el nombre Engels. Esta república duró hasta el 28 de agosto de 1941, año en que fue liquidada por otro decreto de Stalin. Los alemanes del Volga fueron acusados falsamente de ser espías y colaboracionistas de Hitler. Un tercio de los alemanes de Rusia fue fusilado y todos los demás fueron deportados masivamente a Siberia, Kazajstán y Alma-Ata en la frontera con China. Se les quitaron todos los derechos civiles.

Al día siguiente de la publicación del funesto decreto, todas las familias de todas las aldeas fueron informadas de que debían abandonar sus animales, casas y pertenencias porque serían deportados en las horas siguientes. Algunos no tuvieron más que 20 minutos para prepararse. En poco tiempo llegaron soldados en carros para cargar a las personas y llevarlos a la estación de tren desde donde serían enviados. Los que pudieron, habían preparado equipaje con ropa, comida y cosas que consideraron necesarias, pero a los que tenían mucho equipaje los soldados se los quitaban y tiraban. Los ancianos y niños podían ir sentados en los carros, el resto iba caminando. Algunos sobrevivientes cuentan que en las aldeas donde se demoró más la partida podían ver el sufrimiento de las vacas con las ubres llenas de leche, sin que nadie pudiera ordeñarlas, porque eran vigilados por los soldados que no les permitían hacer nada. Los que tuvieron tiempo, aprovecharon para hornear pan para el viaje. Cuando llegaron a la estación, estuvieron sentados en el piso, algunos a la intemperie, amontonados y rodeados por los soldados. Cuando llegó el tren, vieron que eran vagones para transporte de animales. Todos tuvieron que subir. Lo hicieron llorando y quejándose por el maltrato.

El viaje del horror

El viaje fue terrible, frío, sucio, en algunos casos duró hasta dos meses. Muchos murieron por enfermedades o congelados por el brutal frío. Las personas fallecidas permanecían en los vagones o simplemente eran arrojados junto a las vías. Cuando llegaron a sus nuevos destinos, había carros esperando para llevarlas a su destino final. Muchos estuvieron algunos días a la intemperie, sin nada con qué protegerse del viento, la lluvia, la nieve y el frío. Los hombres y jóvenes fueron movilizados para el Ejército de Trabajo, una modalidad de trabajo forzado con estricto control militar, elevadas exigencias y durísimos castigos. Las mujeres y chicas adolescentes talaban árboles y los aserraban en el bosque, que los muchachos más jóvenes sacaban con caballos. Las mujeres mayores y niños tejían redes para la pesca. Todo el trabajo se dificultaba por una alta capa de nieve de hasta 1,20 m, el frío, el viento y el hambre. La comida que recibían era apenas de 400 g de pan y pescado salado. El que tenía 10 años o más y no trabajaba, no recibía el pan. Todo el trabajo era vigilado por soldados que lo hacían cumplir a fuerza de gritos y golpes. En pocos meses, la mitad de los alemanes murió. Como la tierra estaba congelada hasta un metro de profundidad, la gente no tenía fuerzas para enterrar a sus muertos y simplemente los tapaba con nieve. Frecuentemente venían los perros, excavaban la nieve y se comían los cadáveres. Los desterrados y presos vivían en barracas que ellos mismos debían construir o en cuevas donde morían congelados. Las barracas eran muy precarias y no protegían de la lluvia. Todo el tiempo el piso era un barrizal. Las temperaturas llegaban a 40 grados bajo cero.

Esta fue la situación trágica de los Alemanes del Volga que no tuvieron la suerte de salir de Rusia a tiempo. Pasaron muchas cosas más, tan terribles e incluso peores que la deportación. Es difícil decir cuántos murieron bajo esas circunstancias. Fueron miles y miles. A pesar de esta matanza de miles de alemanes, Rusia no pudo hacer desaparecer por completo a los alemanes del Volga. Algunos sobrevivieron, y quienes somos sus descendientes hemos conservado con orgullo su cultura, su idioma y su identidad étnica. Cada 28 de agosto recordamos con tristeza a todos los alemanes del Volga que murieron injustamente por culpa del dictador Joseph Stalin.

Una vez muerto el dictador absoluto e iniciado un proceso de desestalinización, en 1964 el gobierno soviético reconoció que los alemanes de Rusia no habían sido saboteadores, pero el daño ya estaba hecho. Además, había impedimentos para volver a las aldeas del Volga, ocupadas mientras tanto por rusos, y los alemanes nunca fueron indemnizados por sus pérdidas y sufrimientos. La URSS jamás indemnizó a las víctimas y sus familiares por haberles quitado la vida, la salud, los bienes, el honor y su identidad.

El texto del decreto de Stalin

“Disposición del Presidente del Soviet Supremo de la unión de las Repúblicas Soviéticas sobre el traslado de los alemanes que habitan el territorio del Volga. Según exactas referencias recibidas por las fuerzas militares, tomamos conocimiento que miles de subversivos y espías se encuentran entre los habitantes del territorio del Volga esperando una señal de Alemania para provocar actos terroristas en la región ocupada por los alemanes. Ningún alemán que habita la zona informó a las autoridades soviéticas sobre la existencia entre ellos de tan enorme cantidad de subversivos y espías. Por ende la población alemana del territorio del Volga oculta la presencia de enemigos del pueblo soviético y del poder soviético. En el caso de que por órdenes de Alemania los perturbadores y espías realicen actos terroristas, tanto en la República de los Alemanes del Volga como en las regiones limítrofes, el Gobierno soviético siguiendo las leyes de la época de guerra, se verá obligado a reprimir a todos los alemanes del Volga. Previniendo estas expresiones indeseadas, y para no derramar sangre inútilmente, la presidencia del Soviet Supremo de la Unión Soviética, decidió la necesidad de trasladar a todos los pobladores alemanes que habitan el territorio del Volga. Por lo tanto los expatriados recibirán tierras y ayuda estatal para establecerse en la nueva región. Para este asentamiento se asignaron las tierras fértiles de Novosibirsk y Omsk del distrito Altai, Kazajstán y otros lugares vecinos.  Por unanimidad  con estas medidas se propuso al Comité estatal para la defensa territorial, realizar de inmediato el traslado de todos los alemanes del Volga y proveerlos de tierras y útiles de trabajo para su nuevo y seguro lugar.

El presidente del Soviet Supremo de la Unión Soviética, M. Kalinin

El secretario del Soviet Supremo, A. Gorkin

Moscú, Kremlin, 28 de agosto de 1941”

sábado, 27 de agosto de 2016

¿Por qué buscamos a Dios?


Dios ha puesto en nuestro corazón el deseo de buscarle y encontrarle. San Agustín dice: "Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti". Este deseo y búsqueda de Dios lo denominamos  RELIGIÓN. [27­30]
Para el ser humano es natural buscar a Dios. Todo su afán por la verdad y la felicidad es en definitiva una búsqueda de aquello que lo sostiene absolutamente, lo satisface absolutamente y lo reclama absolutamente. El hombre sólo es plenamente él mismo cuando ha encontrado a Dios. "Quien busca la verdad busca a Dios, sea o no consciente de ello" (santa Edith Stein). 05, 281-285

El hombres es "capaz" de Dios.

¿Podemos conocer la existencia de Dios mediante la razón?
Sí. La razón humana puede conocer a Dios con certeza. [31-36, 44-47]
El mundo no puede tener su origen y su meta en sí mismo. En todo lo que existe hay más de lo que se ve. El orden, la belleza y la evolución del mundo señalan más allá de sí mismas, en dirección a Dios. Todo hombre está abierto a la Verdad, al Bien y a la Belleza. Oye dentro de sí la voz de la conciencia, que le impulsa hacia el Bien y le alerta ante el Mal. Quien sigue esta pista razonablemente encuentra a Dios.

¿Por qué entonces los hombres niegan a Dios, si pueden conocerlo mediante la razón?

Conocer al Dios invisible es un gran reto para el espíritu humano. Muchos se acobardan ante él. Otros no quieren conocer a Dios, porque ello supondría tener que cambiar su vida. Quien dice que la
pregunta acerca de Dios carece de sentido, porque no se puede resolver, se lo pone demasiado fácil. [37­38] 357


¿Se puede acaso captar a Dios mediante conceptos?

¿Podemos hablar con sentido acerca de él?
Aunque los hombres somos limitados y la grandeza infinita de Dios nunca cabe en los conceptos humanos finitos, sin embargo, podemos hablar acertadamente de Dios [39-43, 48]
Para decir algo acerca de Dios utilizamos imágenes imperfectas y representaciones limitadas. Cada palabra sobre Dios está por tanto bajo la reserva de que nuestro lenguaje no está a la altura de la grandeza de Dios. Por eso debemos purificar y perfeccionar una y otra vez nuestra manera de hablar de Dios.

***

jueves, 25 de agosto de 2016

Recemos por nuestros muertos.


Cada familia es única y personal,
y somos responsables los unos de los otros (plan de Dios).

Nuestros muertos necesitan de nuestras oraciones,
pues desde el momento en que murieron ya no pueden pedir nada,
y quedan atrapados en el estado en que se fueron.

Muchos de los muertos de nuestra familia murieron sin reparar en el daño que hicieron,
o sea, algunos deben estar bastante complicados, esperemos que no condenados.

Recemos por todos nuestros muertos, los que conocimos y los que nos precedieron,
para que por la Misericordia de Dios puedan llegar a la vida eterna en el cielo
y que ninguno se pierda en el infierno eterno.








***






lunes, 22 de agosto de 2016

JUNTO A LA CRUZ



JUNTO A LA CRUZ

se descansa
se aprende a amar
se olvida de uno mismo
se entrega todo
se purifica el corazón
se descubre el valor de lo eterno
se abraza al verdadero amor
se espera aunque todo parezca perdido
se entrega hasta la misma vida
se espera contra toda esperanza
se confía sin medidas
se sueña junto a Dios
Junto a la cruz
Las lágrimas hallan consuelo
La mirada se purifica
El corazón aprende a amar
La santidad se alcanza
por mérito de Quien un día lo dio todo allí.
Espera todo
Confía todo
Junto a ella...
Es el mejor lugar.

P Guillermo Serra, L.C.

***

domingo, 21 de agosto de 2016

Día del niño.


Que Dios te perdone walter.

Dios sabe todo lo que hiciste, sabe de tus amenazas e intimidación hacia mí, sabe de tu manipulación maliciosa a los chicos, lo que inventaste, lo que mentiste, lo que robaste, lo que profanaste. 

De Dios nadie se escapa.

Ojalá que Dios tenga misericordia de vos antes del día de tu muerte, te permita confesar y reparar.


Que Dios en su misericordia te libere del diablo. Andá a un exorcista.

***





Te estás yendo al infierno eterno, walter, andá a un exorcista.

"El hoy es chispa de eternidad. En el hoy se juega la vida eterna"
Papa Francisco






Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén.

Una persona le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?». El respondió:

«Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán.

En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos". Y él les responderá: "No sé de dónde son ustedes".

Entonces comenzarán a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas".

Pero él les dirá: "No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!".

Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera.

Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.

Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos».

¿Cómo sé si me voy a salvar?





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viernes, 19 de agosto de 2016

y mi mamá... sigue esperando tu llamado walter...

A esta altura más que tu llamado... está esperando que cumplas con tu responsabilidad sobre el tema que trataron en la última "reunión" que tuvieron (en la que no participé pues ya no comulgo con el diablo (el diablo: miente, engaña, divide, etc., etc.).


14 de julio de 2016
Hola Walter:
Te escribe la vieja

¿Qué pasa que todos los días te llamo por teléfono y no contestás?

Habíamos quedado que en un mes arreglabas las cosas y 
ya va para tres meses. 

Cómo no me llamás, a pesar de que te dejé mensajes todos los días, por ahí te pasó algo y yo no estoy enterada.

Si el problema es de plata yo te puedo prestar para que puedas cumplir con lo que habíamos quedado. 

Espero tu llamado.
La vieja.





miércoles, 17 de agosto de 2016



En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: "El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: 'Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo'. Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo mismo.

Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía otros que estaban en la plaza y les dijo: '¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?' Ellos le respondieron: 'Porque nadie nos ha contratado'. Él les dijo: 'Vayan también ustedes a mi viña'.

Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: 'Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros'. Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno.

Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamar al propietario, diciéndole: 'Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor'.

Pero él respondió a uno de ellos: 'Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?'

De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos".

Mateo 20, 1-16

*un denario: lo que un jornalero ganaba en aquel tiempo.




martes, 16 de agosto de 2016

¿Tenes “vergüenza invencible” para confesarte walter?

El Padre Fortea ofrece esta solución.

REDACCIÓN CENTRAL, 16 Ago. 16 / 11:29 am (ACI).-

A continuación, el texto completo del artículo publicado por el P. José Antonio Fortea bajo el título de “La vergüenza invencible al confesarse”:

Hay personas que, al tener que confesar pecados muy vergonzantes, sienten como si hubiera un muro que les impide hacerlo. Preferirían hacer una peregrinación de cien kilómetros antes que tener que confesar cara a cara determinadas acciones que les humillan de un modo terrible y espantoso.

Los pastores deben ser paternales con este tipo de personas que llevan estas cargas sobre sus conciencias. De manera que en cada ciudad, al menos, debe haber un confesionario donde en vez de rejilla haya una plancha con agujeros que haga totalmente imposible ver a la persona que se confiesa.

No solo eso, sino que la persona debe poder arrodillarse en el confesionario sin ser visto al acercarse, y sin ser visto al alejarse. En la ciudad de Alcalá de Henares donde resido este confesionario existe en tres iglesias.

Y en una de esas iglesias, ese confesionario cuenta con siete confesores fijos que se turnan cada día de la semana desde las 22:00 a las 23:00. El vidrio de la puerta del sacerdote no es transparente, de forma que no ve quien entra o sale del confesionario.

Con esta medida, la inmensa mayoría de los fieles pueden resolver el problema de la vergüenza. Aun así, hay casos más raros en los que la vergüenza puede convertirse en una obstáculo invencible.

Para esos casos, verdaderamente muy raros, lo mejor es llamar por teléfono, de forma anónima, a un sacerdote de la ciudad y comentarle este problema. En muchos casos la conversación telefónica bastará para que el penitente pueda comenzar a ser orientado.

Pero si la vergüenza de decir los pecados continuara siendo algo insuperable, en estos casos, el penitente y el sacerdote pueden quedar un día en el confesionario para entregarle los pecados escritos de un modo claro y breve.

En el confesionario de Alcalá que he mencionado, es posible que el penitente corra la portezuela de la pantalla un poco, unos milímetros, para deslizar una hoja.

La confesión escrita, preferiblemente, no debería exceder más allá de una hoja como máximo. Mejor si se da impresa, para poder leerla con más claridad.


Esa confesión es perfectamente posible en casos de vergüenza invencible, puesto que a los sordos y a los mudos siempre se les ha permitido hacer la confesión por escrito. Y un caso como el descrito se asemeja en todo al caso de imposibilidad por cuestiones físicas. La imposibilidad psicológica puede ser tan real como la física.

La norma general es que la confesión debe hacerse de forma oral, es decir hablando. Pero, ante una situación de extraordinaria tensión por parte del penitente, se puede hacer lícitamente del modo que he dicho.

Habiendo llamado previamente por teléfono a un sacerdote, éste le dirá en qué confesionario resulta posible deslizar una cuartilla de papel por la rejilla y cuando pueden quedar para ello.

Lo que sí que no es posible es confesarse por teléfono. Uno puede confesarse incluso con intérprete, si no desea esperar a tener un sacerdote de su lengua. Pero por teléfono no es posible.




 walter, ¿todavía no notaste que tenes los siete pecados capitales juntos?
¿fuiste a ver un exorcista?
¿empezaste a rezar?




lunes, 15 de agosto de 2016

«El perdón de Dios alcanza a quien reconoce haberse equivocado y quiere volver a Él»

El mundo necesita el perdón; demasiadas personas viven encerradas en el rencor e incuban el odio, porque, incapaces de perdonar, arruinan su propia vida y la de los demás, en lugar de encontrar la alegría de la serenidad y de la paz.

 Papa Francisco, sobre la capacidad de perdonar y dejarse perdonar por Dios.

domingo, 14 de agosto de 2016





Ser bueno es el único verdadero éxito y logro,
y es también lo más difícil de poder hacer.
Al hombre (mujer) lo motivan con idioteces que se promulgan como logros y éxitos,
lo alientan a superar metas ridículas propias de adiestramiento animal, 
a saber todo lo posible para lograr más y ser mejor...
a estupidizarse con un ego superinflado, mientras van pervirtiendo su corazón.

Ya lo decía Don Bosco...sed buenos, si podéis...
ese es un verdadero reto, un secreto: el hombre (mujer) sin la ayuda de Dios, no puede ser bueno.
NO PUEDE
Eso sí es un desafío donde los necios resbalan.
EL SER HUMANO SIN DIOS NO PUEDE SER BUENO
NO PUEDE




...y encima...robo de vidas

sábado, 13 de agosto de 2016

Había una vez, hace mucho tiempo, una aldea en un país muy parecido al tuyo. Y en esta aldea vivían cinco huérfanos. Ellos como una solitaria familia de niños huérfanos se habían unido para resguardarse contra el frío.

Un día un rey se enteró del infortunio de los niños y decidió adoptarlos. Decretó que él sería el padre de ellos y planeó ir a buscarlos. Toda la gente del país pensó que era raro que el rey adoptara a esos niños. Él ya tenía bastante gente que cuidar. ---- ¿Por qué los quiere el rey? --- se preguntaba la gente.

Pero el rey tenía sus razones.

Cuando los niños supieron que tenían un padre nuevo, y que su padre era "el rey" (¡nada menos!) y que él venía a visitarlos, se pusieron muy contentos y felices.

Cuando la gente de la aldea supo que los niños tenían padre, y que su padre era ‘’el rey’’, y que el rey venía a la aldea, también se entusiasmaron grandemente. Fueron a ver a los niños para decirles lo que debían hacer. ---Ustedes tienen que impresionar al rey--- les decían----. Solamente los que tienen grandes regalos que dar tendrán permiso para vivir en el castillo. La gente no conocía al rey. Ellos suponían que todos los reyes querían que los impresionaran.

Así que los niños trabajaron por mucho tiempo y muy fuerte en la preparación de sus ofrendas. Un niño, que sabía tallar, decidió darle al rey una maravillosa obra de arte en madera. Asentó su cuchillo contra la suave corteza del olmo y talló. Los bloquecitos de madera cobraron vida con los ojos de un gorrión o la nariz de un unicornio.

Su hermana decidió regalarle al rey una pintura que capturara la belleza de los cielos ---una pintura digna de ser colgada en su castillo.

Otra hermana eligió la música como manera de impresionar al rey. Ella practicó durante largas horas con su voz y su mandolina. La gente de esa aldea se paraba ante su ventana y escuchaba a medida que su música cobraba alas y se remontaba alto.

Pero había otro niño decidido a marear al rey con su sabiduría. Tarde en la noche lo hallaban con su vela encendida y sus libros abiertos. Geografía. Matemáticas. Química. La amplitud de su estudio era equiparada solamente por la profundidad de su deseo. Seguramente que un sabio como el rey apreciaría todo su duro trabajo.

Pero había una niñita que no tenía nada que ofrecer. Su mano era torpe con el cuchillo, sus dedos tiesos con el cepillo. Abría su boca para cantar, pero el sonido era áspero. Era demasiado torpe para leer. No tenía talento. No tenía regalo que dar.
Todo lo que tenía para ofrecer era su corazón, pues su corazón era bueno.
Ella se pasaba el tiempo en las puertas de la ciudad mirando a la gente ir y venir. Ella era una niña de establo –una niña de establo sin establo---. Pero tenía un corazón bueno.
Ella conocía a los mendigos por su nombre de pila. Le gustaba rezar. Daba la bienvenida a los viajeros y saludaba a los extranjeros.

--- ¿Cómo fue el viaje? ---preguntaba ella.
---Cuénteme qué aprendió en su visita.
--- ¿Cómo está su esposo?
--- ¿Le gusta su nuevo trabajo?

Ella hacía muchas preguntas por que su corazón era grande y se interesaba por la gente.

Pero como no tenía talento ni regalo se puso nerviosa pues el rey podía enojarse. Los aldeanos le decían que el rey querría un presente y que ella debía decidirse a hacer uno. Así que tomó un cuchillo y fue donde su hermano, el tallador.
--- ¿Me puedes enseñar a tallar?-preguntó.
-Lo siento –respondió el joven artesano sin levantar la vista ---Tengo mucho que hacer. No tengo tiempo para ti. Tú sabes que el rey viene.

La niña guardó el cuchillo y tomó un pincel. Fue donde su hermana, la artista.
La halló en una colina, pintando una puesta de sol en un lienzo.
---Pintas muy bien ---le dijo la niña que no tenía regalo sino un gran corazón.
---Lo sé ---respondió la pintora.
--- ¿Podrías compartir conmigo tu don?
---Ahora no ---respondió la hermana con los ojos fijos en su paleta de colores---. Tú sabes que el rey viene.

La niña sin regalo recordó entonces a su otra hermana, la que cantaba. ---Ella me ayudará ---dijo. Pero cuando llegó a la casa de su hermana, encontró una muchedumbre a la espera de escuchar a su hermana cantando. ---Hermana ---llamó, hermana, vine a oír y aprender. Pero su hermana no pudo oír. El ruido de los aplausos era demasiado fuerte. Con el corazón apesadumbrado, la niña se dio vuelta y se marchó.

Entonces se acordó de su otro hermano. Tomó un libro con palabras pequeñas y letras grandes y fue a verlo. ---No tengo nada que ofrecerle al rey ---dijo---. ¿Podrías enseñarme a leer para que pueda mostrarle mi sabiduría?
El futuro joven sabio no habló. Estaba perdido en sus pensamientos. La niña sin don volvió a decir: --- ¿puedes ayudarme? No tengo talento...
----Vete ---dijo el estudioso, apenas sacando sus ojos del texto---. ¿No ves que me estoy preparando para la llegada del rey? Y así, la niña se fue apenada. No tenía nada que dar.

Volvió a su lugar en las puertas de la ciudad y reanudó su tarea de recibir y saludar de la gente.Luego de unos días, llegó al pueblito un hombre que parecía comerciante.
--- ¿Puedes alimentar a mi burro? ---le preguntó a la niña. La huérfana se puso de pie de un salto y miró a la cara tostada de ese que había viajado tan lejos. Su piel era correosa por el sol y sus ojos eran profundos. Una cálida sonrisa desde debajo de la barba, entibió a la niña. ---Puedo ---respondió la niña y llevó, anhelosa, al animal al comedero.----.

Déjemelo. Cuando usted regrese, estará limpio y alimentado.

----Dígame ---preguntó ella mientras el burro bebía ----, ¿usted vino para quedarse?
---Sólo por un tiempo.
--- ¿Está cansado de su viaje?
---Así es.
--- ¿Querría sentarse y descansar? ---La niña indicó por señas un banco que estaba cerca del muro. El hombre alto de piel oscura se sentó en el banco, se apoyó contra el muro, cerró los ojos y se durmió. Después de unos minutos abrió los ojos y se encontró a la niña, sentada a sus píes, mirándole la cara. Ella se avergonzó de que él la hubiera sorprendido mirándolo fijo. Se dio vuelta.
---- ¿Has estado sentada aquí por mucho tiempo?
---Sí
--- ¿Qué buscas?
---Nada. Usted parece ser un hombre bueno de corazón pacífico. Es bueno estar cerca de usted. El hombre sonrió y tocó su barba. ---Eres una niña sabia----dijo----. Cuando vuelva, conversaremos más...

El hombre volvió---bastante pronto.
--- ¿Halló a quienes buscaba? ---preguntó la niña.
---Los encontré, pero estaban demasiado ocupados para mí.
--- ¿Qué quiere decir?
Aquellos a quienes vine a buscar estaban demasiado ocupados para verme. Uno estaba en una carpintería, apurado por terminar un proyecto. Me dijo que volviera mañana. Otra era una artista. La vi sentada en la ladera de una colina, pero la gente de abajo dijo que ella no quería que la distrajeran. La otra era músico. Me senté con los demás y escuché su música. Cuando pedí hablar con ella dijo que no tenía tiempo. El otro que buscaba, se había ido. Se fue a la ciudad para ir a la escuela.

Los ojos de la niña se ensancharon.---Pero usted no parece rey ---boqueó.
---Trato de no parecerlo ----explicó él----. Ser rey puede ser algo solitario. La gente actúa de manera extraña a mi alrededor. Me piden favores. Tratan de impresionarme. Me presentan todas sus quejas.
---Pero ¿no es para eso que hay rey? ----preguntó la niña.
---Por cierto ---respondió el rey ---- pero hay ocasiones en que solamente quiero estar con la gente. Hay veces que quiero hablar con ellos, saber cómo fue su día, reír un poco, llorar otro poco. Hay veces que solamente quiero ser el padre de ellos. ---- ¿Por eso adoptó a los niños? ---Por eso. A los niños les gusta hablar. Los adultos piensan que tienen que impresionarme; los niños, no. Ellos solamente quieren conversar conmigo.

---Pero ¿mis hermanos y mis hermanas estaban demasiados ocupados? ---Lo estaban. Pero yo volveré, Quizás tengan más tiempo otro día. --- ¿Te gustaría ir en mi burro hasta el castillo?
Y así fue que los niños con muchos talentos, pero sin tiempo se perdieron la visita del rey, mientras que la niña cuyo único talento era su tiempo para conversar llegó a ser su hija.
...Dios no quiere tus talentos... 
Lo que anhela es tu corazón de niño...

viernes, 12 de agosto de 2016

Nuestra familia ANTES y DESPUÉS de MI DESTIERRO Y DESPOJO.



Te espera el infierno eterno walter por abusar de la inocencia, confianza y fragilidad de todos nosotros.
Ojalá Dios tenga piedad de vos antes de que te mueras.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Impresionante Carta ‘DEL MÁS ALLÁ’:


Impresionante Carta ‘DEL MÁS ALLÁ’: ¡No reces por mí, estoy condenada!

Este relato proviene de un original alemán llamado“Brief aus dem Jenseits” (Carta del Más Allá) y tiene Imprimatur el 9-11-1953 en Treves. Es un escrito privado que goza de licencia eclesiástica, para que pueda imprimirse y leerse. Se trata de un testimonio impresionante de un alma condenada, hablando acerca de lo que la llevó al Infierno.


La “carta del más allá” que se transcribe se refiere a la condenación eterna de una joven. A primera vista parece una historia novelada. Pero considerando las circunstancias se llega a la conclusión de que no deja de tener su fondo histórico, a partir de su sentido moral y su alcance trascendental.


MANUSCRITO HALLADO EN UN CONVENTO
El original de esta carta fue encontrado entre los papeles de una religiosa fallecida, amiga de la joven condenada. Allí cuenta la monja los acontecimientos de la vida de su compañera como si fueran hechos conocidos y verificados, así como su condenación eterna comunicada en un sueño. La Curia diocesana de Treves (Alemania) autorizó su publicación como lectura sumamente instructiva.

La “Carta del más Allá” apareció por primera vez en un libro de revelaciones y profecías, junto con otras narraciones. Fue el Rvdo. Padre Bernhardin Krempel C.P., doctor en teología, quien la publicó por separado y le confirió mayor autoridad al encargarse de probar, en las notas, la absoluta concordancia de la misma con la doctrina católica.

Entre los manuscritos dejados en su convento por una religiosa, que en el mundo se llamó Clara, se encontró el siguiente testimonio.




EL RELATO DE CLARA: LA MUERTE DE ANI
Tuve una amiga, Anita. Es decir, éramos muy próximas por ser vecinas y compañeras de trabajo en la misma oficina. Más tarde, Ani se casó y no volví a verla.

Desde que nos conocimos, había entre nosotras, en el fondo, más amabilidad que propiamente amistad. Por eso, sentí muy poco su ausencia cuando, después de su casamiento, ella fue a vivir al barrio elegante de las villas, lejos del mío.
Durante mis vacaciones en el Lago de Garda (Italia), en septiembre de 1937, recibí una carta de mi madre en la que me decía: “Anita N murió en un accidente automovilístico. La sepultaron ayer en Wald Friendhof”.

Me impresioné mucho con la noticia. Sabía que mi amiga no había sido propiamente religiosa. ¿Estaría preparada para presentarse ante Dios? ¿En qué estado la habría encontrado su muerte súbita?

Al día siguiente escuché misa, comulgué por la intención de Anita, en la casa del pensionado de las hermanas, donde estaba viviendo. Rezaba fervorosamente por su eterno descanso, y por esta misma intención ofrecí la Santa Comunión.

Durante todo el día percibí un cierto malestar, que fue aumentando por la tarde. Dormí inquieta. Me desperté de improviso, escuchando algo así como una sacudida en la puerta del cuarto. Encendí la luz.

El reloj indicaba las doce y diez minutos. Abrí la puerta y nada. Tampoco ruidos. Tan solo las olas del Lago de Garda golpeando monótonas contra el muro del jardín del pensionado. No había viento.

Yo conservaba la impresión de que al despertar encontraría, además de los golpes de la puerta, un ruido de brisa o viento, parecido al que producía mi jefe de la oficina, cuando de mal humor tiraba sobre mi escritorio una carta que lo molestaba. Reflexioné un instante si debía levantarme.

¡No! Todo no es más que sugestión, me dije. Mi fantasía está sobresaltada por la noticia de la muerte. Me di vuelta en la cama, recé algunos Padrenuestros por las ánimas y me dormí de nuevo.





LE LLEGA UNA CARTA DE ANI
Soñé entonces que me levantaba de mañana, a las 6, yendo a la capilla. Al abrir la puerta del cuarto, me encontré con una cantidad de hojas de carta. Al levantarlas, reconocer la letra de Anita y dar un grito, fue cosa de un segundo.

Temblando, las sostuve en mis manos. Confieso que quedé tan aterrorizada que no pude rezar. Apenas respiraba. Nada mejor que huir de allí, salir al aire libre. Me arreglé rápidamente, puse la carta dentro de mi cartera y salí en seguida. Subí por el tortuoso camino, entre olivos, laureles y quintas de la villa, más allá del conocido camino gardesano.

La mañana aparecía radiante. En los días anteriores, yo me detenía cada cien pasos, maravillada por la vista que ofrecían el lago y la Isla de Garda. El suavísimo azul del agua me refrescaba; como una niña que mira admirada a su abuelo, así contemplaba, extasiada, al ceniciento monte Baldo, que se levanta en la orilla opuesta del lago, hasta los 2.200 metros de altura.

Ese día no tenía ojos para todo eso. Después de caminar un cuarto de hora, me dejé caer maquinalmente sobre un banco ubicado entre dos cipreses, donde la víspera había leído con placer “La doncella Teresa”. Por primera vez veía en los cipreses el símbolo de la muerte, algo en lo que antes no había pensado.
Tomé la carta. No tenía firma. Sin la menor duda, estaba escrita por Ani. No faltaba la gran “s”, ni la “t” francesa, a la que se había acostumbrado en la oficina, para irritar al Sr. G. No era su estilo. Por lo menos, no era así como hablaba de costumbre.

Lo habitual en ella era la conversación amable, la risa, subrayada por los ojos azules y su graciosa nariz…

Sólo cuando discutíamos asuntos religiosos se volvía mordaz y caía en el tono rudo de la carta. Yo misma me siento envuelta por su excitada cadencia. Hela aquí, la Carta del Más Allá de Anita N., palabra por palabra, tal como la leí en el sueño.



UNA CARTA DE ADVERTENCIA
CLARA, NO RECES POR MÍ, ESTOY CONDENADA. Si te doy este aviso – es más, voy a hablarte largamente sobre esto – no creas que lo hago por amistad.
Quienes estamos aquí ya no amamos a nadie. Lo hago como obligada. Es parte de la obra “de esa potencia que siempre quiere el mal y realiza el bien”. En realidad, me gustaría verte aquí, adonde llegué para siempre. No te extrañes de mis intenciones. Aquí, todos pensamos así.

Nuestra voluntad está petrificada en el mal, es decir, en aquello que ustedes consideran “mal”. Aún cuando pueda hacer algo “bien” (como yo lo hago ahora, abriéndote los ojos ante el infierno), no lo hago con recta intención.

¿Recuerdas? Hace cuatro años que nos conocimos, en M. Tenías 23 años y ya trabajabas en el escritorio desde seis meses antes, cuando yo ingresé. Varias veces me sacaste de apuros. Con frecuencia me dabas buenos avisos que a mí, principiante, me venían muy bien.

Pero, ¿qué es “bueno”? Yo ponderaba, en aquel entonces, tu “caridad”. Ridículo… Tus ayudas eran pura ostentación, algo que desde entonces sospechaba.
Aquí, no reconocemos bien alguno en absolutamente nadie. Pero ya que conociste mi juventud, es el momento de llenar algunas lagunas. De acuerdo con los planes de mis padres, yo nunca tendría que haber existido. Por un descuido se produjo la desgracia de mi concepción. Mis hermanas tenían 14 y 16 años cuando vine al mundo. ¡Ojalá no hubiera nacido! Ojalá pudiera ahora aniquilarme, huir de estos tormentos!

No hay placer comparable al de acabar mi existencia, así como se reduce a cenizas un vestido, sin dejar vestigios. Pero es necesario que exista. Es preciso que yo sea tal como me he hecho: con el fracaso total de la finalidad de mi existencia.

Cuando mis padres, entonces solteros, se mudaron del campo a la ciudad, perdieron el contacto con la Iglesia. Era mejor así. Mantenían relaciones con personas desvinculadas de la religión. Se conocieron en un baile, y se vieron “obligados” a casarse seis meses después.

En la ceremonia nupcial, recibieron solo unas gotas de agua bendita, las suficientes para atraer a mamá a la misa dominical unas pocas veces al año. Ella nunca me enseñó verdaderamente a rezar. Todo su esfuerzo se agotaba en los trabajos cotidianos de la casa, aunque nuestra situación no era mala.
Palabras como rezar, misa, agua bendita, iglesia, sólo puedo escribirlas con íntima repugnancia, con incomparable repulsión. Detesto profundamente a quienes van a la Iglesia y, en general, a todos los hombres y a todas las cosas. Todo es tormento. Cada conocimiento recibido, cada recuerdo de la vida y de lo que sabemos, se convierte en una llama incandescente.





ENCADENADOS ESPIRITUALMENTE

Y todos estos recuerdos nos muestran las oportunidades en que despreciamos una gracia. ¡Cómo me atormenta esto! No comemos, no dormimos, no andamos sobre nuestros pies.

Espiritualmente encadenados, los réprobos contemplamos desesperados nuestra vida fracasada, aullando y rechinando los dientes, atormentados y llenos de odio. ¿Entiendes?
Aquí bebemos el odio como si fuera agua. Nos odiamos unos a otros. Más que a nada, odiamos a Dios. Quiero que lo comprendas.

Los bienaventurados en el cielo deben amar a Dios, porque lo ven sin velos, en su deslumbrante belleza. Esto los hace indescriptiblemente felices. Nosotros lo sabemos, y este conocimiento nos enfurece. Los hombres, en la tierra, que conocen a Dios por la Creación y por la Revelación, pueden amarlo. Pero no están obligados a hacerlo.

El creyente – te lo digo furiosa – que contempla, meditando, a Cristo con los brazos abiertos sobre la cruz, terminará por amarlo. Pero el alma a la que Dios se acerca fulminante, como vengador y justiciero porque un día fue repudiado, como ocurrió con nosotros, ésta no podrá sino odiarlo, como nosotros lo odiamos.
Lo odia con todo el ímpetu de su mala voluntad. Lo odia eternamente, a causa de la deliberada resolución de apartarse de Dios con la que terminó su vida terrenal. Nosotros no podemos revocar esta perversa voluntad, ni jamás querríamos hacerlo.

¿Comprendes ahora por qué el infierno dura eternamente? Porque nuestra obstinación nunca se derrite, nunca termina. Y contra mi voluntad agrego que Dios es misericordioso, aún con nosotros.

Digo “contra mi voluntad” porque, aunque diga estas cosas voluntariamente, no se me permite mentir, que es lo que querría.

Dejo muchas informaciones en el papel contra mis deseos. Debo también estrangular la avalancha de palabrotas que querría vomitar. Dios fue misericordioso con nosotros porque no permitió que derramáramos sobre la tierra el mal que hubiéramos querido hacer.
Si nos lo hubiera permitido, habríamos aumentado mucho nuestra culpa y castigo. Nos hizo morir antes de tiempo, como hizo conmigo, o hizo que intervinieran causas atenuantes.

Dios es misericordioso, porque no nos obliga a aproximarnos a El más de lo que estamos, en este remoto lugar infernal. Eso disminuye el tormento. Cada paso más cerca de Dios me causaría una aflicción mayor que la que te produciría un paso más rumbo a una hoguera.

Te desagradé un día al contarte, durante un paseo, lo que dijo mi padre pocos días antes de mi comunión: “Alégrate, Anita, por el vestido nuevo; el resto no es más que una burla”. Casi me avergüenzo de tu desagrado. Ahora me río.

Lo único razonable de toda aquella comedia era que se permitiera comulgar a los niños a los doce años. Yo ya estaba, en aquel entonces, bastante poseída por el placer del mundo. Sin escrúpulos, dejaba a un lado las cosas religiosas.

No tomé en serio la comunión. La nueva costumbre de permitir a los niños que reciban su primera comunión a los 7 años nos produce furor.

Empleamos todos los medios para burlarnos de esto, haciendo creer que para comulgar debe haber comprensión. Es necesario que los niños hayan cometido algunos pecados mortales. La blanca Hostia será menos perjudicial entonces, que si la recibe cuando la fe, la esperanza y el amor, frutos del bautismo – escupo sobre todo esto – todavía están vivos en el corazón del niño.




LA MUERTE DEL PADRE DE ANI

¿Te acuerdas que yo pensaba así cuando estaba en la tierra? Vuelvo a mi padre. Peleaba mucho con mamá. Pocas veces te lo dije, porque me avergonzaba. Qué cosa ridícula la vergüenza. Aquí, todo es lo mismo.

Mis padres ya no dormían en el mismo cuarto. Yo dormía con mamá, papá lo hacía en el cuarto contiguo, donde podía volver a cualquier hora de la noche. Bebía mucho y se gastó nuestra fortuna. Mis hermanas estaban empleadas, decían que necesitaban su propio dinero. Mamá comenzó a trabajar.

Durante el último año de su vida, papá la golpeó muchas veces, cuando ella no quería darle dinero. Conmigo, él siempre fue amable.

Un día te conté un capricho del que quedaste escandalizada. ¿Y de qué no te escandalizaste de mí? Cuando devolví dos veces un par de zapatos nuevos, porque la forma de los tacos no era bastante moderna.
En la noche en que papá murió, víctima de una apoplejía, ocurrió algo que nunca te conté, por temor a una interpretación desagradable. Hoy, sin embargo, debes saberlo. Es un hecho memorable: por primera vez, el espíritu que me atormenta se acercó a mí. Yo dormía en el cuarto de mamá. Su respiración regular revelaba un sueño profundo. Entonces, escuché pronunciar mi nombre. Una voz desconocida murmuró: “¿Qué ocurrirá si muere tu padre?”

Ya no lo quería a papá, desde que había empezado a maltratar a mi madre. En realidad, no amaba absolutamente a nadie: sólo tenía gratitud hacia algunas personas que eran bondadosas conmigo.

El amor sin esperanza de retribución en esta tierra solamente se encuentra en las almas que viven en estado de gracia. No era ése mi caso. “Ciertamente, él no morirá”, le respondí al misterioso interlocutor. Tras una breve pausa, escuché la misma pregunta. “¡El no va a morir!”, repliqué con brusquedad.
Por tercera vez, me preguntaron: “¿Qué ocurrirá si muere tu padre?”. Me representé en ese momento en la imaginación el modo como mi padre volvía muchas veces: medio ebrio, gritando, maltratando a mamá, avergonzándonos frente a los vecinos. Entonces, respondí con rabia: “Bien, es lo que se merece. ¡Que muera!”. Después, todo quedó en silencio.

A la mañana siguiente, cuando mamá fue a ordenar el cuarto de papá, encontró la puerta cerrada. Al mediodía, la abrieron por la fuerza. Papá, semidesnudo, estaba muerto sobre la cama. Al ir a buscar cerveza al sótano, debió sufrir una crisis mortal. Desde hacía tiempo que estaba enfermo. (¿Habrá hecho depender Dios de la voluntad de su hija, con la que el hombre fue bondadoso, la obtención de más tiempo y ocasión de convertirse?).


REZAR PARA NUESTRA SALVACIÓN

Marta K. y tú me hicieron ingresar en la asociación de jóvenes. Nunca te oculté que consideraba demasiado “parroquiales” las instrucciones de las dos directoras, las señoritas X. Los juegos eran bastante divertidos.

Como sabes, llegué en poco tiempo a tener allí un papel preponderante. Eso era lo que me gustaba. También me gustaban las excursiones. Llegué a dejarme llegar algunas veces a confesar y comulgar. Para decir la verdad, no tenía nada para confesar. Los pensamientos y las palabras no significaban nada para mí. Y para acciones más groseras todavía no estaba madura.
Un día me llamaste la atención: “Ana, si no rezas más, te perderás”. Realmente, yo rezaba muy poco, y ese poco siempre a disgusto, de mala voluntad. Sin duda tenías razón. Los que arden en el infierno o no rezaron, o rezaron poco.

La oración es el primer paso para llegar a Dios. Es el paso decisivo. Especialmente la oración a Aquella que es la madre de Cristo, cuyo nombre no nos es lícito pronunciar. La devoción a Ella arranca innumerables almas al demonio, almas a las que sus pecados las habrían lanzado infaliblemente en sus manos.

Furiosa continúo, porque estoy obligada a hacerlo, aunque no aguanto más de tanta rabia. Rezar es lo más fácil que se puede hacer en la tierra. Y justamente de esto, que es facilísimo, Dios hace depender nuestra salvación.
Al que reza con perseverancia, paulatinamente Dios le da tanta luz, y lo fortalece de tal modo, que hasta el más empedernido pecador puede recuperarse, aunque se encuentre hundido en un pantano hasta el cuello. Durante los últimos años de mi vida ya no rezaba más, privándome así de las gracias, sin las que nadie se puede salvar.

Aquí, no recibimos ningún tipo de gracia. Aunque la recibiéramos, la rechazaríamos con escarnio. Todas las vacilaciones de la existencia terrenal terminaron en esta otra vida.

En la tierra, el hombre puede pasar del estado de pecado al estado de gracia. De la gracia, se puede caer al pecado. Muchas veces caí por debilidad; pocas, por maldad.

Con la muerte, cada uno entra en un estado final, fijo e inalterable. A medida que se avanza en edad, los cambios se hacen más difíciles.
Es cierto que uno tiene tiempo hasta la muerte para unirse a Dios o para darle las espaldas. Sin embargo, como si estuviera arrastrado por una correntada, antes del tránsito final, con los últimos restos de su voluntad debilitada, el hombre se comporta según las costumbres de toda su vida.

El hábito, bueno o malo, se convierte en una segunda naturaleza. Es ésta la que lo arrastra en el momento supremo. Así ocurrió conmigo. Viví años enteros apartada de Dios. En consecuencia, en el último llamado de la gracia, me decidí contra Dios.

La fatalidad no fue haber pecado con frecuencia, sino que no quise levantarme más. Muchas veces me invitaste para que asistiera a las predicaciones o que leyera libros de piedad. Mis excusas habituales eran la falta de tiempo. ¿Acaso podría querer aumentar mis dudas interiores?

Finalmente, tengo que dejar constancia de lo siguiente: al llegar a este punto crítico, poco antes de salir de la “Asociación de Jóvenes”, me habría sido muy difícil cambiar de rumbo. Me sentía insegura y desdichada. Pero frente a la conversión se levantaba una muralla.

No sospechaste que fuera tan grave. Creías que la solución era tan simple, que un día me dijiste: “Tienes que hacer una buena confesión, Ani, todo volverá a ser normal”.

Me daba cuenta que sería así. Pero el mundo, el demonio y la carne, me retenían demasiado firme entre sus garras.

Nunca creí en la influencia del demonio. Ahora, doy testimonio de que el demonio actúa poderosamente sobre las personas que están en las condiciones en que yo me encontraba entonces.
Sólo muchas oraciones, propias y ajenas, junto con sacrificios y sufrimientos, podrían haberme rescatado. Y aún esto, poco a poco.





EL DEMONIO QUE ROBA ALMAS

Si bien hay pocos posesos corporales, son innumerables los que están poseídos internamente por el demonio. El demonio no puede arrebatar el libre albedrío de los que se abandonan a su influencia.
Pero, como castigo por su casi total apostasía, Dios permite que el “maligno” se anide en ellos. Yo también odio al demonio. Sin embargo, me gusta, porque trata de arruinarlos a todos ustedes: él y sus secuaces, los ángeles que cayeron con él desde el principio de los tiempos.

Son millones, vagando por la tierra. Innumerables como enjambres de moscas; ustedes no los perciben. A los réprobos no nos incumbe tentar: eso les corresponde a los espíritus caídos.

Cada vez que arrastran una nueva alma al fondo del infierno, aumentan aún más sus tormentos. Pero, ¡de qué no es capaz el odio!

Aunque andaba por caminos tortuosos, Dios me buscaba. Yo preparaba el camino para la gracia, con actos de caridad natural, que hacía muchas veces por una inclinación de mi temperamento.

A veces, Dios me atraía a una Iglesia. Allí, sentía una cierta nostalgia. Cuando cuidaba a mi madre enferma, a pesar de mi trabajo en la oficina durante el día, haciendo un sacrificio de verdad, los atractivos de Dios actuaban poderosamente.

Una vez fue en la capilla del hospital, adonde me llevaste durante el descanso del mediodía. Quedé tan impresionada, que estuve sólo a un paso de mi conversión. Lloraba.
Pero, en seguida, llegaba el placer del mundo, derramándose como un torrente sobre la gracia. Las espinas ahogaron el trigo. Con la explicación de que la religión es sentimentalismo, como siempre se decía en la oficina, rechacé también esta gracia, como todas las otras.

En otra ocasión, me llamaste la atención porque, en lugar de una genuflexión hasta el piso, hice solamente una ligera inclinación con la cabeza. Pensaste que eso lo hacía por pereza, sin sospechar que, ya entonces, había dejado de creer en la presencia de Cristo en el Sacramento.
Ahora creo, aunque sólo materialmente, tal como se cree en la tempestad, cuyas señales y efectos se perciben. En este interín, me había fabricado mi propia religión. Me gustó la opinión generalizada en la oficina, de que después de la muerte el alma volvería a este mundo en otro ser, reencarnándose sucesivamente, sin llegar nunca al fin.

Con esto, estaba resuelto el angustiante problema del más allá. Imaginé haberlo hecho inofensivo. ¿Por qué no me recordaste la parábola del rico Epulón y del pobre Lázaro, en la que el narrador, Cristo, envió después de la muerte a uno al infierno y al otro al Cielo? Pero, ¿qué habrías conseguido? No mucho más de lo que conseguiste con todos tus otros discursos beatos.
Poco a poco me fui fabricando un dios: con atributos suficientes para ser llamado así. Bastante lejos de mí, como para que no me obligara a tener relaciones con él. Suficientemente confuso, como para poder transformarlo a mi antojo. De este modo, sin cambiar de religión, yo podía imaginarlo como el dios panteísta del mundo o pensarlo, poéticamente, como un dios solitario.

Este “dios” no tenía Cielo para premiarme, ni infierno para asustarme. Yo lo dejaba en paz. En esto consistía mi culto de adoración.
Es fácil creer en lo que agrada. Con el transcurso de los años, estaba bastante persuadida de mi religión. Se vivía bien así, sin molestias. Sólo una cosa podría haber roto mi suficiencia: un dolor profundo y prolongado. Pero este sufrimiento no llegó. ¿Comprendes ahora el significado de “Dios castiga a aquellos que ama“?



LA CONQUISTA Y LA VIDA CON MAX

Durante un domingo de julio, la Asociación de Jóvenes organizaba un paseo de A. Me gustaban las excursiones, pero no los discursos insípidos y demás beaterías. Otra imagen, muy diferente de la de Nuestra Señora de las Gracias de A., estaba desde hacía poco en el altar de mi corazón. Era el distinguido Max, del almacén de al lado. Ya habíamos conversado entretenidos, varias veces. Justamente ese domingo me invitó a pasear. La otra, con la que acostumbraba a salir, estaba enferma en el hospital.

El había comprendido que lo miraba mucho. Pero yo no pensaba en casarme todavía. Su posición económica era muy buena, pero también demasiado amable con todas las otras jovencitas. En aquel entonces yo quería un hombre que me perteneciera exclusivamente, como única mujer. Siempre conservé una cierta educación natural. (Eso es verdad. A pesar de su indiferencia religiosa, Ani tenía algo noble en su persona. Me desconcierta que también las personas “honestas” puedan caer en el infierno, si son deshonestas al huir del encuentro con Dios).

En ese paseo, Max me colmó de amabilidades. Nuestras conversaciones, es claro, no eran sobre la vida de los santos, como las de ustedes.

Al día siguiente, en la oficina, me reprendiste por no haber ido al paseo de la Asociación. Cuando te conté mi diversión del domingo, tu primera pregunta fue: “¿Escuchaste Misa?”. ¡Tonta! ¿Cómo podríamos ir a Misa si salimos a las 6 de la mañana?
Me acuerdo que, muy exaltada, te dije: “El buen Dios no es tan mezquino como lo son los curas”. Ahora debo confesar que Dios, a pesar de su infinita bondad, considera todo con más seriedad que todos los sacerdotes juntos.

Después de este primer paseo con Max, fui solamente una vez más a la Asociación, en las fiestas de Navidad. Algunas cosas me atraían. Pero en mi interior, ya me había separado de todas ustedes.

Los bailes, el cine, los paseos, continuaban. A veces peleábamos con Max, pero yo sabía cómo retenerlo. Odié mucho a mi rival que, al salir del hospital, se puso furiosa. En realidad, eso me favoreció. La calma distinguida que yo mostraba produjo una gran impresión en Max, que se inclinó definitivamente por mí. Conseguí encontrar la forma de denigrarla.
Me expresaba con calma: por fuera, realidades objetivas, por dentro, vomitando hiel. Estos sentimientos y actitudes conducen rápidamente al infierno. Son diabólicos, en el sentido estricto del término.

¿Por qué te cuento todo esto? Para explicarte que así me aparté definitivamente de Dios.

En realidad, Max y yo no llegamos muchas veces al extremo de la familiaridad. Me daba cuenta que me rebajaría a sus ojos si le concedía toda la libertad antes de tiempo. Por eso, supe controlarme. Realmente, yo estaba siempre dispuesta para todo lo que consideraba útil. Tenía que conquistar a Max. Para eso, ningún precio era demasiado alto.

Nos fuimos amando poco a poco, porque ambos teníamos valiosas cualidades que podíamos apreciar mutuamente. Yo era habilidosa, eficiente, de trato agradable. Retuve a Max con firmeza y conseguí, al menos durante los últimos meses antes del casamiento, ser la única que lo poseía.
En eso consistió mi apostasía, en hacer mi dios con una criatura. En ninguna otra cosa puede realizarse más plenamente la apostasía como en el amor a una persona del otro sexo, cuando ese amor se ahoga en la materia. Esto es su encanto, su aguijón y su veneno.

La “adoración” que tenía por Max se convirtió en mi religión. En ese tiempo, en la oficina, yo arremetía virulentamente contra los curas, los fieles, las indulgencias, los rosarios y demás estupideces.

Trataste de defender con una cierta inteligencia todo lo que yo atacada, aunque quizás sin sospechar que en realidad el problema no estaba en esas cosas. Lo que yo buscaba era un punto de apoyo. Todavía lo necesitaba para justificar racionalmente mi apostasía. Estaba sublevada contra Dios.

No te dabas cuenta. Creías que todavía era católica. Por otra parte, yo quería ser llamada así; inclusive pagaba la contribución para el culto. Porque un cierto “reaseguro” nunca viene mal. Es posible que tus respuestas a veces dieran en el blanco. Pero no me alcanzaban, porque no te concedía razón. A raíz de estas relaciones sobre bases falsas, fue pequeño el dolor de nuestra separación, con motivo de mi casamiento.

Antes de casarme, me confesé y comulgué una vez más. Era una formalidad. Mi marido pensaba igual. Si era una formalidad, ¿por qué no cumplirla? Ustedes dicen que una comunión así es “indigna”. Bien, después de esa comunión “indigna”, logré un cierto sosiego en mi conciencia. Esa comunión fue la última.

Nuestra vida conyugal transcurría, en general, en armonía. En casi todos los puntos teníamos la misma opinión. También en esto: no queríamos cargar con hijos. En realidad, mi marido quería tener uno, uno solo, naturalmente. Finalmente conseguí que él renunciara a ese deseo.

Lo que más me gustaba eran los vestidos, los muebles lujosos, las reuniones mundanas, los paseos en automóvil y otras distracciones. Fue un año de placer el que medió entre mi casamiento y mi muerte repentina.

Todos los domingos íbamos a pasear en auto o visitábamos a los parientes de mi marido. Me avergonzaba de mi madre. Esos parientes se destacaban en la vida social, igual que nosotros.

Pero en mi interior, sin embargo, nunca fui feliz. Había algo indeterminado que me corroía. Mi deseo era que, al llegar la muerte – la que sin duda demoraría mucho todavía – todo acabara.
Ocurría tal como yo lo había escuchado de niña, durante una plática: Dios recompensa en este mundo toda obra buena que se haga. Si no puede premiarla en la otra vida, lo hace en la tierra. Inesperadamente, recibí una herencia de la tía Lote. Mi marido tuvo la suerte de ver sus ingresos notablemente aumentados. Así pude instalar, confortablemente, una casa nueva.

Mi religión estaba muriendo, como un resplandor crepuscular en un firmamento lejano. Los bares de la ciudad, los hoteles y los restaurantes por los que pasábamos en nuestros viajes, no nos acercaban a Dios. Todos los que los frecuentaban vivían como nosotros: de fuera hacia adentro, no de dentro hacia afuera.

Si durante los viajes de vacaciones visitábamos una célebre catedral, tratábamos de divertirnos con el valor artístico de sus obras primas. Los sentimientos religiosos que irradiaban – especialmente las iglesias medievales – yo los neutralizaba criticando circunstancias accesorias de un hermano lego que nos guiaba, criticaba su negligencia en el aseo, criticaba el comercio de los piadosos monjes que fabricaban y vendían licor, criticaba el eterno repique de campanas llamando a los sagrados oficios, diciendo que el único fin era ganar dinero…

Así era como conseguía apartar a la gracia, cada vez que me llamaba. Especialmente descargaba mi mal humor frente a algunas pinturas de la Edad Media representando al Infierno en libros, cementerios y otros lugares. Allí el demonio asaba a las almas sobre fuego rojo o amarillo, mientras sus compañeros, con largas colas, le traen más víctimas.
Clara, ¡el infierno puede ser dibujado, pero nunca exagerado! Siempre me burlaba del fuego del infierno. Acuérdate de una conversación durante la cual te puse un fósforo encendido bajo la nariz, preguntándote: “¿Así huele?”Apagaste en seguida la llama. Aquí nadie consigue hacerlo.



EL FUEGO DEL INFIERNO
Te digo más: el fuego del que habla la Biblia no es el tormento de la consciencia. ¡Fuego es fuego! Debe ser interpretado al pie de la letra cuando Aquel dijo: “Apartáos de mí, malditos, id al fuego eterno”. ¡Al pie de la letra!

¿Y cómo puede ser tocado un espíritu por el fuego material? Preguntarás. ¿Y cómo puede sufrir tu alma, en la tierra, si pones el dedo sobre una llama? Tampoco tu alma se quema, mientras tanto el dolor lo sufre todo el individuo. Del mismo modo, nosotros estamos aquí espiritualmente presos al fuego de nuestro ser y de nuestras facultades. Nuestra alma carece de la agilidad que le sería natural; no podemos pensar ni querer lo que querríamos.

No te sorprendas de mis palabras. Es un misterio contrario a las leyes de la naturaleza material: el fuego del infierno quema sin consumir. Nuestro mayor tormento consiste en saber que nunca veremos a Dios. ¿Cómo puede atormentarnos tanto esto, si en la tierra nos era indiferente? Mientras el cuchillo está sobre la mesa, no te impresiona. Le ves el filo, pero no lo sientes. Pero si el cuchillo entra en tus carnes, gritarás de dolor. Ahora, sentimos la pérdida de Dios. Antes, sólo pensábamos en ella.
No todas las almas sufren igual. Cuanto mayor fue la maldad, cuanto más frívolo y decidido, tanto más le pesa al condenado la pérdida de Dios, tanto más lo sofoca la criatura de que abusó.

Los católicos que se condenan sufren más que los de otras religiones, porque recibieron y desaprovecharon, por lo general, más luces y mayores gracias.

Los que tuvieron mayores conocimientos sufren más duramente que los que tuvieron menos.

El que pecó por maldad sufre más que el que cayó por debilidad. Pero ninguno sufre más de lo que mereció. ¡Oh, si esto no fuera verdad, tendría un motivo para odiar!

Un día me dijiste: nadie va al infierno sin saberlo. Eso le habría sido revelado a una santa. Yo me reía, mientras me atrincheraba en esta reflexión: “siendo así, siempre tendré tiempo suficiente para volver atrás”.

Esta revelación es exacta. Antes de mi muerte repentina, es verdad, no conocía al infierno tal como es. Ningún ser humano lo conoce. Pero estaba perfectamente enterada de algo: “Si mueres, me decía, entrarás en la eternidad como una flecha, directamente contra Dios; habrá que aguantar las consecuencias”.

Como te dije, no volví atrás. Perseveré en la misma dirección, arrastrada por la costumbre, con la que los hombres actúan cuanto más envejecen.



LA MUERTE DE ANI

Mi muerte ocurrió así: Hace una semana – digo según las cuentas que llevan ustedes, porque si calculara por mis dolores, podría estar ardiendo en el infierno desde hace diez años – mi marido y yo salimos en otra excursión dominguera, que fue la última para mí. El día estaba radiante de sol. Me sentía muy bien, como pocas veces.

Sin embargo, me traspasaba un presentimiento siniestro. Inesperadamente, en el viaje de regreso, mi marido y yo fuimos enceguecidos por los faros de un automóvil que venía en sentido contrario, a gran velocidad. Max perdió el control del vehículo. ¡Jesús! Se escapó de mis labios, no como oración sino como grito. Sentí un dolor aplastante: comparado con el tormento actual, una bagatela. Después perdí el sentido.
¡Qué extraño! Aquella misma mañana, sin explicación, había surgido en mi mente este pensamiento. “Por una vez, podrías ir a Misa”. Era como una súplica. Un “¡no!” claro y decidido cortó el curso de la idea. “Con esas cosas tengo que terminar definitivamente”. Es decir, asumí todas las consecuencias. Ahora las soporto.

Lo que ocurrió después de mi muerte lo sabes. La suerte de mi marido, de mi madre, lo que ocurrió con mi cadáver, mi entierro, lo sé por una intuición natural que tenemos todos los que estamos aquí. Del resto de lo que ocurre en el mundo poseemos un conocimiento confuso. Sabemos lo que se refiere a nosotros. De este modo veo el lugar donde vives.
Desperté de improviso en el momento de mi muerte. Me encontré inundada por una luz ofuscante. Era el mismo sitio donde había caído mi cadáver. Sucedió como en el teatro, cuando se apagan las luces de la sala, sube el telón y aparece una escena trágicamente iluminada. La escena de mi vida. Como en un espejo, mi alma se mostró a sí misma. Vi las gracias despreciadas y pisoteadas, desde mi juventud hasta el último “no” frente a Dios.

Me sentí como un asesino, al que llevan ante el tribunal para ver a la víctima exánime. ¿Arrepentirme? ¡Nunca! ¿Avergonzarme? ¡Jamás!

Mientras tanto, no conseguía permanecer bajo la mirada de Dios, a quien rechazaba. Sólo tenía una salida: la fuga. Así como Caín huyó del cadáver de Abel, así mi alma se proyectó lejos de esta visión de horror.

Este era el Juicio particular.

Habló el invisible juez: “APÁRTATE DE MI”. De inmediato mi alma, como una sombra amarilla de azufre, se despeñó al lugar del eterno tormento.


EPÍLOGO DE CLARA

Así terminó la carta de Anita sobre el Infierno. Las últimas palabras eran casi ilegibles, tan torcidas estaban las letras. Cuando terminé de leer la última línea, la carta se convirtió en cenizas.

¿Qué es lo que escucho? En medio de los duros términos de las palabras que imaginaba haber leído, resonó el dulce tañido de una campana. Me desperté de inmediato. Estaba acostada en mi cuarto. La luz matinal entraba por la ventana. Las campanadas de las Avemarías llegaban de la iglesia parroquial. ¿Todo había sido un sueño?
Nunca había sentido antes en el Angelus tanto consuelo como después de ese sueño. Lentamente, fui rezando las oraciones. Entonces comprendí: la bendita Madre del Señor quiere defenderte. Venera a María filialmente, si no quieres tener el destino que te contó – aunque fuera en sueños – un alma que jamás verá a Dios.

Temblando todavía por la visión nocturna, me levanté, me vestí con prisa y huí a la capilla de la casa. Mi corazón palpitaba con violencia. Los huéspedes que estaban más cerca me miraban con preocupación. Quizás pensaban que estaba agitada por correr escaleras abajo.

Una bondadosa señora de Budapest, un alma sacrificada, pequeña como una niña, miope, aún fervorosa en el servicio de Dios, de gran penetración espiritual, me dijo por la tarde en el jardín: “Señorita, Nuestro Señor no quiere ser servido con excitación”. Pero ella advertía que otra cosa me había excitado y aún me preocupaba.

Agregó, bondadosamente: “Nada te turbe – conoces el aviso de Santa Teresa – nada te espante. Todo pasa. Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta”. Mientras susurraba esto, sin adoptar un aire magisterial, parecía estar leyendo mi alma.

“Sólo Dios basta”. Sí, Él ha de bastarme, en éste o en el otro mundo. Quiero poseerlo allí un día, por más sacrificios que tenga que hacer aquí para vencer. No quiero caer en el infierno.



ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES

Quizás no como objeción, pero no puede eludirse una pregunta: ¿Cómo puede haber recordado Clara con tal precisión todas las palabras de la carta de la condenada? Respondemos: quien hace lo más, puede hacer lo menos. Quien comienza una obra, puede también concluirla. Si la manifestación de ultratumba es un hecho preternatural, Clara debe haber tenido también una asistencia preternatural para escribir con exactitud todas las palabras leídas durante la visión.
La eternidad de las penas del infierno es un dogma. Seguramente, el más terrible de todos. Tiene su fundamento en las Sagradas Escrituras. Ver San Mateo 15: 41 y 46; 2ª a los Tesalonicenses, 1, 9; Judith 12; Apocalipsis 14: 11 y 29:10; todos estos textos son irrefutables, en los que la expresión “eterno” no puede interpretarse como “largo o prolongado”.

De la conveniencia de ilustrar este dogma con un caso particular, nos da ejemplo Nuestro Señor Jesucristo en la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro. Allí se encuentra una descripción del infierno y del peligro de caer en él. No es otra la intención de este trabajo. Expresa también nuestra finalidad el siguiente consejo: “Vayamos al infierno mientras estemos vivos, para no caer allí después de la muerte”




Temas Polemicos

    Nuevo Orden Mundial
    Religión y Política
    Procreación Artificial
    Anticoncepción
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    Esterilización
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    Homosexualidad
    Pedofilia


Lecturas para Ateos

    Experiencias cercanas a la Muerte
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    Milagros Eucarísticos


Satanás y sus Mentiras

    El Anticristo
    El Demonio
    Satanismo
    Los Demonios y el Infierno
    El Infierno (Revelaciones de quienes lo vieron)
    La Brujería y Sectas del Diablo
    Exorcismos y Casos reales
    La Apostasía
    GRAN MENTIRA: La New Age
    RELIGION DEL DEMONIO: La Masonería




Oración a San Miguel
San Miguel Arcángel,
se nuestro amparo
contra la perversidad
y acechanzas del demonio.

¡Reprímele Dios!
pedimos suplicantes.

Y tú,
¡Oh Príncipe de la Milicia Celestial!,
arroja al infierno,
con el divino poder,
a satanás
y a todos los espíritus
malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.

Amén.

Glorioso San Miguel Arcángel,
protégenos.


lunes, 8 de agosto de 2016


¿abuelitos...o degenerados?
Dice el "abuelito" que por favor no compartan la imagen porque no quiere que se difunda su rostro haciendo lo que no debe hacer. Asi que vamos a hacerle caso y claramente no vamos a compartir esta imagen.




domingo, 7 de agosto de 2016

SÓLO ESTARÁ PROHIBIDA CON PRIMATES
Obama financiará los experimentos de híbridos de seres humanos y animales
Con la excusa de investigar para acabar con enfermedades, como se hizo con la fracasada investigación con células madre embrionarias, se ha levantado el veto para este tipo de experimentos en los que se mezclan células o material genético de humanos y animales.
7/08/16 12:08 PM

(Javier Lozano/Actuall) La administración Obama se ha caracterizado durante sus dos mandatos por sus ataques constantes a los valores provida y profamilia de Estados Unidos. Y el presidente pretende despedirse de su cargo realizando un nuevo ataque a la dignidad humana bajo el pretexto de conseguir avances científicos que permitan mejorar la salud de sus ciudadanos.



Para ello, el Gobierno de Estados Unidos, a través de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), podrá financiar experimentos y pruebas médicas mezclando embriones humanos y animales para así crear los llamados híbridos entre humanos y animales. De este modo, se harán en laboratorios animales con partes humanas como corazones, riñones o hígados.

Obama va a levantar la suspensión de la moratoria que existía hasta ahora para financiar estos polémicos y controvertidos experimentos en el que se crean quimeras (mezcla de humano y animal) aunque el gobierno afirma que habrá un estricto control para que no se realicen experimentos como los que ya se han visto en el pasado.

Pese a los intentos de rebajar la polémica, las preocupaciones éticas son evidentes. Algunos investigadores esperan que tras esta decisión del gobierno de Obama puedan crear, por ejemplo, embriones híbridos de cerdo y humano o de vaca y humano para utilizar estos animales como incubadoras de órganos bajo el pretexto de ser utilizado para transplantes, tal y como informa el medio estadounidense NPR.

Tan sólo el gobierno prohibirá la introducción de ciertos tipos de células humanas en embriones de primates como monos o chimpancés.
Aún así, el Instituto Nacional de Salud admite que los límites éticos pueden ser muy fácilmente traspasados y para ello creará un comité que estudie si se pueden llevar a cabo algunos de estos experimentos.

Entre estos experimentos científicos estarían el diseño de animales con células de cerebro humano o de tejido cerebral humano o incluso crear otros animales con espermatozoides y óvulos humanos, tal y como plantean algunos grupos de científicos.

La administración Obama está encantada de poder financiar este tipo de experimentos que socavan el orden natural. Así lo manifiesta Carrie Wolinetz, directora adjunta de los Institutos de Nacionales de Salud, que dice que está segura de que estos cambios propuestos “permitirán a la comunidad científica del NIH llevar esta área prometedora de la ciencia hacia adelante de una manera responsable”.

Evidentemente, otros científicos han denunciado que se financien con fondos públicos estos experimentos. Así el biólogo del New York Medical College, Stuart Newman, ha ironizado recordando que “escritores de ciencia ficción podrían haber imaginado un mundo como este – como La isla del Dr. Moreau, Un mundo feliz o Frankestein”.

Este tipo de investigaciones no son nuevas y ya se utilizan en países como Reino Unido. Sin embargo, la comunidad científica está completamente dividida en este punto. Sobre los híbridos de animales y seres humanos ha escrito en profundidad el director del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia y especialista en Biopatología, el doctor Justo Aznar.
Doctor Justo Aznar: “Estas prácticas son contrarias a las leyes de la misma naturaleza, fundamento de la biodiversidad animal. Y finalmente, son contrarias a la dignidad humana”.

“Estas experiencias van contra la integridad de las especies, principio moral biológico que nunca debería ser alterado. Son contrarias a las leyes de la misma naturaleza, fundamento de la biodiversidad animal. Y finalmente, son contrarias a la dignidad humana, que junto con la destrucción de embriones constituyen la dificultad ética para desechar la creación de cualquier tipo de híbrido entre hombre y animal”, escribe el doctor en Bioética Web.

Además, el doctor Aznar añade que “gran parte de estas finalidades se pueden conseguir utilizando animales de experimentación, y sobre todo, usando la técnica de reprogramación de células adultas, que permite obtener las deseadas células específicas de la enfermedad, sin tener que destruir embriones”.