“Ciertas realidades de la vida solamente se ven con los ojos limpios por las lágrimas”, continuó. E invitó a los presentes a preguntarse: “¿Yo aprendí a llorar? ¿Yo aprendí a llorar cuando veo un niño con hambre, un adolescente drogado en la calle, un padre desesperado por llevar el pan a su familia o un jubilado que no puede comprar su medicación? ¿O mi llanto es el llanto caprichoso de aquel que llora porque le gustaría tener algo más?”.
G. Cuerva.
Don de lágrimas
“Oh lagrima humilde, tuya es la potencia; tuyo es el reino, no temes el tribunal del juez, a tus acusadores impones silencio. Ligas al omnipotente, inclinas al Hijo de la Virgen, abres el cielo y ahuyentas el demonio. Tú eres el manjar de las almas, la fuerza de los sentidos, borrón de los delitos, destrucción de los vicios, guía de las virtudes, compañera de la gracia, refección del espíritu y lavado de culpas. Tú eres olor de vida, sabor de espíritu, gusto de perdón, sanidad de inocencia que vuelve, alegría de reconciliación, suavidad de conciencia serena, y enseñanza firme de elección eterna. Alégrese quien te tuviere en la oración por compañera, porque seguro ira después de su oración”.
S.L. Justiniano