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La odisea de ser padre y no poder ver a los hijos
La realidad de algunas familias supera la ficción. Es el caso de miles de hombres de Mendoza que procuran ver a sus hijos, "rehenes" en algunos casos de madres desaprensivas que convierten a los chicos en "armas" contra los padres, según dijeron miembros de la Organización Padres de la Guarda que está integrada por más de 3.000 personas de toda la provincia entre los que se encuentran muchos sanrafaelinos, quienes a su vez están agrupados en Padres de San Rafael.
Dos de ellos visitaron el diario para contar la experiencia que tuvieron hace pocos días, cuando realizaron junto a muchos otros padres del país, incluso del Uruguay, una marcha desde el Obelisco de Buenos Aires al Congreso de la Nación, teniendo una fuerte repercusión de medios periodísticos de la Capital. Fueron al Palacio de las Leyes para pedir por una ley nacional de tenencia.
Ese es el caso puntual de Darío Lozano que, después de 7 años de lucha, recién está empezando a recuperar la confianza de sus dos hijos, uno de 18 y la otra de 8 años, pero relata que "el camino ha sido largo y las dificultades con la Justicia y las denuncias falsas de la que era mi mujer han hecho de estos últimos años una verdadera pesadilla. Es más, diría que ha sido una tortura". Y agregó "el ver pasar a los niños con su madre por la vereda de enfrente y no poder cruzarse para abrazarlos es una de las situaciones más tristes de la vida de un padre". Es que en la lucha entre los adultos, los niños quedan bajo el fuego cruzado de una relación que está concluida, pero sostiene "parece una decisión natural que las madres sean quienes convivan con los chicos, pero la idea es que la problemática debería ir evolucionando hacia la tenencia compartida que, si bien, se hace en algunos casos, en otros, la lucha es una batalla sin cuartel", sentenció Lozano.
Siempre están en contacto con muchas organizaciones que defienden los derechos de los padres para intercambiar información y estrategias jurídicas para poder litigar y defenderse.
El caso de Pablo Cogo adquiere ribetes dramáticos. Su pequeña hija tiene 5 años, pero desde que nació apenas si la ha podido ver, pues la ex esposa hizo una grave denuncia contra él y la jueza de Menores que entiende en la causa lo mantiene alejado. Es más, no puede ni siquiera acercarse a la casa que alguna vez compartieron a menos de 300 metros. "Es injusto, soy un hombre casi vacío. La madre de mi hija denunció abuso, y por más que es una falsedad completa, estoy impedido de verla. Además de todo por lo que debimos pasar, psicólogos, peritos, fiscales, abogados y un laberinto de trámites que nunca concluyen en nada y hacen que la nena sufra -tanto como yo- y nunca han podido comprobar nada en mi contra, pero sigo sin poder ver a mi hija", agregó con dificultad, reteniendo un llanto que se advertía inminente.
También contaron sobre los problemas económicos que padecen ya que, además de pagar la cuota alimentaria, el sostener procesos legales que perduran años, más abogados, peritos y la pérdida de tiempo hacen que, además del dolor de no poder compartir con los niños, pierdan posibilidades de trabajo, de armar otra relación y de rehacer sus vidas.
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