"NO ME RESTAURES. TE LO PROHIBO.
¿LO OYES? -Sí, Señor, te lo prometo, no te restauraré. -Gracias -me contestó el Cristo-. Su tono volvió a darme confianza. -¿Por qué no quieres que te restaure? No te comprendo. ¿No comprendes, Señor, que va a ser un continuo dolor cada vez que te mire roto y mutilado? ¿No comprendes que me duele? -Eso es lo que quiero. Que al verme roto te acuerdes siempre de tantos hermanos tuyos que conviven contigo: rotos, aplastados, indigentes, mutilados. Sin brazos, porque no tienen posibilidades de trabajo. Sin pies, porque les han cerrado los caminos. Sin cara, porque les han quitado la honra. Todos los olvidan y les vuelven la espalda. ¡NO ME RESTAURES! A ver si viéndome así, te acuerdas de ellos y te duele, a ver si así, roto y mutilado te sirvo de clave para el dolor de los demás. (Mi Cristo roto. Fragmento)"
Bendito Dios.
"Si el mundo los odia, sepan que antes me odió a mí".
-Jn 15, 18
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