ME REBELO ANTE LA POBRE VISIÓN DEL HOMBRE QUE NOS QUIEREN IMPONER.
P. L. Bonnin.
P. L. Bonnin.
Una de las cosas que más me duelen de muchas posturas pro-aborto es el brutal PESIMISMO ANTROPOLÓGICO que subyace en ellas.
Dicen "LAS MUJERES VAN A SEGUIR ABORTANDO" como si dijesen "los mosquitos van a seguir picando" o "en invierno va a hacer frío".
Dicen "los adolescentes viven su sexualidad irresponsablemente" como si dijeran "mi perrita está en celo y los perros del barrio le andan a la vuelta" o "a los 100 grados el agua empieza a evaporarse".
¿Dónde queda el humanismo? ¿No existe ya espacio para la libertad? ¿Somos acaso simplemente un fenómeno natural, un mono un poco más evolucionado (dudé si poner más o menos, por las cosas que a veces veo o escucho)? ¿Somos solamente instinto, impulso ciego, conjunto de pulsiones que exigen hallar respuesta?
¿Es acaso el placer a toda costa el fin de la vida?
¿No nos alcanza la experiencia de muerte de los países más desarrollados, que alegremente destruyeron la familia y hoy tienen sociedades enfermas y envejecidas?
Los que defendemos las dos vidas estamos convencidos de que es posible un cambio cultural. Es posible y es hermoso vivir la sexualidad de otro modo, es posible y es hermoso posponer las relaciones sexuales más allá de la adolescencia, es posible y es hermoso evitar la promiscuidad, es posible y es hermoso hacerse cargo de las consecuencias de los actos.
Los que defendemos las dos vidas proponemos recuperar una visión del hombre que deje espacio a la generosidad, al amor para siempre, a la fidelidad, a la responsabilidad.
Los que defendemos las dos vidas estamos del lado del niño, de la mujer, del joven, de su verdadero bien.
Estamos del lado del amor como la fuerza y la decisión que es capaz de recrearlo todo.
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