La familia es el último refugio que queda antes de que los poderes de este mundo se abalancen sobre el individuo aislado y necesitado para venderle con mentiras cualquier veneno disfrazado de felicidad.

hola walter

hola walter
«Soy el único exorcista que trabaja siete días a la semana, desde la mañana hasta la tarde, incluidas Nochebuena y Semana Santa»

NO HAY PAZ SIN JUSTICIA

La paz se construye con la verdad.
HIJOS: NO PERMITAN QUE LA MALDAD LOS SEPARE NI LOS ENFRENTE. LA MALDAD ADOPTA "FORMAS Y MODOS QUE SON INSOSPECHADOS" PARA PODER ANIQUILAR DONDE HAY UNION. UNA VEZ QUE LOGRA METERSE EN EL VINCULO Y DESESTABILIZARLO, VA POR CADA UNO POR SEPARADO. ALEJENSE Y ALEJEN DE SUS VIDAS TODO LO QUE QUIERA SEMBRAR INDIVIDUALISMO Y DESUNION. LOS AMO.

WALTER RAK (DNI 14.593.322) Y EL TRIBUNAL DE FAMILIA N 2 DE SAN ISIDRO: COMPLICES

REPARACION Y JUSTICIA

LAS HISTORIA QUE NO ESTA SANADA NO TE PERMITE IR PARA ADELANTE.

"HUIR DE LOS PROBLEMAS ES UNA CARRERA QUE JAMÁS GANARAS"

"MI CONFIANZA ESTÁ PUESTA EN DIOS"

"EN JESÚS CRUCIFICADO DIOS QUIERE ALCANZAR AL PECADOR, EN SU LEJANÍA MÁS EXTREMA, JUSTAMENTE ALLÍ DONDE SE PERDIÓ Y SE ALEJÓ DE ÉL"

"EL MUNDO (el ambiente socio-cultural) TE PROMETE COMODIDAD. PERO TU NO FUISTE CREADO PARA LA COMODIDAD SINO PARA LA GRANDEZA" BENEDICTO XVI

Hijos los amo

Hijos los amo
Si un escritorio desordenado es signo de una mente desordenada, entonces, ¿Qué hemos de pensar de un escritorio vacío?
Albert Einstein


Sufrir por amor, solo en tu cruz Señor es posible. Gracias.

Sufrir por amor, solo en tu cruz Señor es posible. Gracias.

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sábado, 4 de marzo de 2017

 Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña.

 Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña.

 Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza,

 les dijo: "Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo".

 Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.

 Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: "¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?".

 Ellos les respondieron: "Nadie nos ha contratado". Entonces les dijo: "Vayan también ustedes a mi viña".

 Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: "Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros".

 Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario.

 Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario.

 Y al recibirlo, protestaban contra el propietario,

 diciendo: "Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada".

 El propietario respondió a uno de ellos: "Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario?

 Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti.

 ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?".

 Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos».

 Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo:

18 «Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte

 y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará».

 Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo.

 «¿Qué quieres?», le preguntó Jesús. Ella le dijo: «Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».

 «No saben lo que piden», respondió Jesús. «¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?». «Podemos», le respondieron.

 «Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre».

 Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos.

 Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.

 Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes;

 y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo:

 como el Hijo del hombre, que no vino para ser vendido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud».

 Cuando salieron de Jericó, mucha gente siguió a Jesús.

 Había dos ciegos sentados al borde del camino y, al enterarse de que pasaba Jesús, comenzaron a gritar: «¡Señor, Hijo de David, ten piedad de nosotros!».

 La multitud los reprendía para que se callaran, pero ellos gritaban más: «¡Señor, Hijo de David, ten piedad de nosotros!».

 Jesús se detuvo, los llamó y les preguntó: «¿Qué quieren que haga por ustedes?».

 Ellos le respondieron: «Señor, que se abran nuestros ojos».

 Jesús se compadeció de ellos y tocó sus ojos. Inmediatamente, recobraron la vista y lo siguieron.

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