El relativista niega la existencia de una verdad objetiva, y muy especialmente de las verdades de orden religioso y moral, que son las principales para el ser humano.
Si la verdad objetiva no existe, tampoco puede ser conocida y mucho menos comunicada a otros. Por lo tanto, sería imposible enseñar al que no sabe, ya que nadie sabría nada en términos objetivos, sino que cada uno tendría “su verdad”.
Pretender enseñar a otro “mi verdad” sería una imposición, una falta de respeto a la libertad del otro. Con mayor fuerza aún (en ese falso marco conceptual) se rechaza el corregir al que yerra. Ante todo porque, si cada uno tiene “su verdad”, nadie yerra.
¿Quién soy yo para juzgar que otro está equivocado?
Según la cultura relativista, decirle a otro que está equivocado es casi el colmo de la ofensa y la intolerancia; pero hay otra obra de misericordia espiritual que es aún más odiada. Cuando el cristiano no se limita a corregir teóricamente al que yerra, sino que le da un buen consejo práctico (porque quien está equivocado generalmente lo necesita y mucho), entonces muchos sienten que comete la mayor ofensa posible: “entrometerse” en la vida del otro.
https://www.evernote.com/shard/s254/sh/0a978a54-75e0-4f1d-937a-01d68fb22aea/8d0c219f9566c0b0a4487f3ab036d4dc
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