En pocas horas celebraremos la gran fiesta de la Epifanía del Señor, popularmente conocida como “Día de Reyes” o de los “Santos Reyes Magos”, en recuerdo de la singular visita de aquellos misteriosos personajes, de quienes el evangelio de San Mateo narra su llegada desde el oriente en búsqueda del Rey de los judíos, de quien vieron surgir su estrella, para adorarle (Mt. 2, 1-12). En muchos hogares cristianos no se concibe colocar un “nacimiento” (llamados “belenes” o “pesebres”) sin que exista un espacio digno para los “Tres Reyes Magos”, de hecho, para muchos cristianos, el día 6 de Enero es la fecha en que se finalizan las festividades navideñas; es también normal escuchar en estos días enunciar los nombres de Melchor, Gaspar y Baltazar, y en países como México o España es tradicional entregar regalos a los niños y adultos.
Pero, ¿Cuál debería ser el verdadero significado de esta fiesta para un cristiano católico? Piensa en algo: Jesús, hoy como siempre, esta en el pesebre, junto a María y José. En silencio, a la espera de muchísimo más que una fiesta popular… Él espera un verdadero “Regalo de Reyes”. Sé que puedes estar pensando en el oro, el incienso y la mirra y que muy probablemente no tienes nada de eso para ofrecerle al niño Jesús; tampoco montas camellos y no vives en el oriente, ninguna estrella ha aparecido esta noche en tu vida y tampoco tienes una corona o título real, por lo que es imposible ofrecerle un “Regalo de Reyes”.
No te equivoques, como cristiano que eres posees la dignidad real que el Rey de Reyes y Señor de Señores conquistó para ti al coronarse de espinas y ascender al trono de la cruz por amor; como hijo de Dios, deja que la luz de Cristo ilumine tu inteligencia y tu corazón para que guíe tu camino y te lleve hasta su santa presencia, ahora y en la eternidad. Y recuerda, no olvides llevar contigo con alegría la ofrenda de tu vida misma, santa, agradable, perfecta… para Dios, solo lo mejor.
¡Hey!, ¡Eres hijo del Rey!, anímate y ofrece al Señor tus dones, tu verdadera adoración: El oro de tu libertad que te impulsa a seguirle por amor, porque Él es fiel; el incienso de tu oración ardiente, de alabanza, porque Suyo es el poder, el honor y la Gloria; la mirra de tu afecto y gratitud, porque Él lo ha entregado todo por ti, porque Él te sigue bendiciendo a cada instante. Recuerda también que la verdadera adoración a Cristo implica decisiones valientes y radicales, después de haber estado ante su presencia, tienes que “regresar por otro camino”, tu vida ya no puede ser igual, renuncia a tu dominio y conviértete en propiedad de Dios.
Y si sientes que aún esto es difícil, que no puedes llegar hacia Jesús o no te sientes digno de entregarle tus regalos, no te conformes, recuerda que tienes a tu Buena Madre, María Santísima, ella presenció el momento en que aquellos magos de oriente colocaron el oro, el incienso y la mirra ante el niño Jesús, quien mejor que María para ayudarte, estoy seguro que ella te enseñara como, ¿No crees?
Colaborador Católicos con Acción: Ernesto Martínez
A la yugular...
"En cierta ocasión, Chesterton se refirió a un progresismo nefasto que consiste en «alterar el alma humana para que se adapte a sus condiciones, en lugar de alterar las condiciones para que se adapten al alma humana»; y que, en su desalmada labor, siempre se apoya en el mecanismo del precedente: «Como nos hemos metido en un lío, tenemos que meternos en otro aún mayor para adaptarnos; como hemos dado un giro equivocado hace algún tiempo, tenemos que ir hacia delante y no hacia atrás; como hemos extraviado el camino, debemos también extraviar el mapa; y, como no hemos realizado nuestro ideal, debemos olvidarlo». Todo menos arrepentirnos y retroceder, que es una herejía que nuestra época no admite; pues, al arrepentirnos y retroceder, descubriríamos que hay certezas inamovibles, verdades inmutables y palabras perennes. ¡Y hasta podríamos pararnos a escuchar al que dijo: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán»! Y esto es lo que el afán de cambio no puede permitir en modo alguno; pues, al fin y a la postre, toda esta maquinaria que hemos descrito fue concebida para combatir a quien pronunció esas insultantes palabras."
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