La familia es el último refugio que queda antes de que los poderes de este mundo se abalancen sobre el individuo aislado y necesitado para venderle con mentiras cualquier veneno disfrazado de felicidad.

hola walter

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«Soy el único exorcista que trabaja siete días a la semana, desde la mañana hasta la tarde, incluidas Nochebuena y Semana Santa»

NO HAY PAZ SIN JUSTICIA

La paz se construye con la verdad.
HIJOS: NO PERMITAN QUE LA MALDAD LOS SEPARE NI LOS ENFRENTE. LA MALDAD ADOPTA "FORMAS Y MODOS QUE SON INSOSPECHADOS" PARA PODER ANIQUILAR DONDE HAY UNION. UNA VEZ QUE LOGRA METERSE EN EL VINCULO Y DESESTABILIZARLO, VA POR CADA UNO POR SEPARADO. ALEJENSE Y ALEJEN DE SUS VIDAS TODO LO QUE QUIERA SEMBRAR INDIVIDUALISMO Y DESUNION. LOS AMO.

WALTER RAK (DNI 14.593.322) Y EL TRIBUNAL DE FAMILIA N 2 DE SAN ISIDRO: COMPLICES

REPARACION Y JUSTICIA

LAS HISTORIA QUE NO ESTA SANADA NO TE PERMITE IR PARA ADELANTE.

"HUIR DE LOS PROBLEMAS ES UNA CARRERA QUE JAMÁS GANARAS"

"MI CONFIANZA ESTÁ PUESTA EN DIOS"

"EN JESÚS CRUCIFICADO DIOS QUIERE ALCANZAR AL PECADOR, EN SU LEJANÍA MÁS EXTREMA, JUSTAMENTE ALLÍ DONDE SE PERDIÓ Y SE ALEJÓ DE ÉL"

"EL MUNDO (el ambiente socio-cultural) TE PROMETE COMODIDAD. PERO TU NO FUISTE CREADO PARA LA COMODIDAD SINO PARA LA GRANDEZA" BENEDICTO XVI

Hijos los amo

Hijos los amo
Si un escritorio desordenado es signo de una mente desordenada, entonces, ¿Qué hemos de pensar de un escritorio vacío?
Albert Einstein


Sufrir por amor, solo en tu cruz Señor es posible. Gracias.

Sufrir por amor, solo en tu cruz Señor es posible. Gracias.

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martes, 22 de octubre de 2024

jueves, 17 de octubre de 2024

No levantarás contra tu prójimo falso testimonio. Para vos walter que mentiste en el tribunal y hasta a tus mismos hijos. Te vas a ir al infierno por no arrepentirte, no pedir perdón y no enmendar el daño que hiciste-

  OCTAVO MANDAMIENTO

El octavo mandamiento es: No levantarás contra tu prójimo falso testimonio. Este y los dos últimos que se siguen, son una muy fácil y clara exposición de todos los pasados. En éste se prohíbe el daño que viene de un hombre a otro por parte de la lengua. Esto tiene principal lugar en los juicios, donde se da crédito al testigo y al juez, y los dichos de éstos tienen gran peso y autoridad, y de ellos depende grandemente el perjuicio y provecho de los hombres así en la vida como en la fama y hacienda. Por esta razón se manda aquí particularmente que el hombre no diga falso testimonio contra su prójimo. Lo dice el testigo que falsa o calumniosa o mañosamente dice su dicho por cualquier manera que sea, es encubridor de la verdad que él había de decir. Lo dice el que lo presenta, si lo entiende, y el que se lo persuade, y el juez u oficial que lo sufre o lo disimula, si lo conoce. Dice falso testimonio el juez que tuerce la ley, que encamina maliciosamente las palabras para algunas de las partes, que no quiere ser informado de la verdad, que no pone diligencia para saberla.
Y bien creo que si los hombres entendiesen cuán grave es este pecado de decir falso testimonio, no andaría tan vulgar como por nuestros pecados vemos que anda. Porque bien mirado, es un atrevimiento contra Dios tan grande, que es como decirle que miente, o hacer que sea tenido por mentiroso, que es lo mismo. Esto se prueba así. Dios es el sabedor de toda verdad, y Él sabe quién la trata y quién no. Él es un oráculo a quien hemos de acudir a que nos la diga, pues Él es el verdadero juez de ella. Quiso pues Él que tuviésemos en tanto al hombre, por ser hecho a su semejanza y como lugarteniente suyo en la tierra, que nos dijo y mandó que preguntásemos al hombre esta verdad, que lo que alcanzase de ella él nos lo diría. Y así quiere que vayamos al juez para saber la verdad de la justicia, y que al testigo preguntemos la verdad de cómo pasa el hecho, y así de los otros oficiales. Y éstos dice Él que dirán la verdad. ¿Pues si éstos a quien Dios me manda y me dice que están en su lugar, la encubren o mudan, y de la verdad hacen mentira y de la mentira verdad, no es esto querer hacer a Dios mentiroso, y desmentir su verdad y el camino y orden que Él dio para que se supiese? Y esto es lo que quiso el Señor dar a entender en aquellas palabras que por Moisés mando decir a los jueces de su pueblo: “Oíd a todos igualmente, y juzgad lo que sea justo, ora sean vuestros naturales, ora extranjeros: así oiréis al grande como al pequeño, sin hacer diferencia de personas, acordándoos que éste es juicio de Dios”. En las cuales palabras da a entender que así como el juez tiene lugar de Dios y ejercita juicio de Dios, así es obligado a ser justo y verdadero como Dios; y si no lo es, hace a Dios injusto y mentiroso, que es blasfemia insufrible. Aquí también es de notar que este mandamiento, aunque es negativo, tiene también su afirmativo. Porque pide sencillez de corazón, ánimo libre y fuera de toda malicia y de todo mal respecto; que s no faltar esto, no habría falso testimonio. Quiere Dios que tengamos un juicio sencillo con que no sentenciemos antes de tiempo, ni echemos las cosas a peor parte; que con tener prudencia de serpientes para huir de toda ocasión de mal y velar siempre sobre nosotros, tengamos juntamente para con nuestros prójimos sencillez de palomas; que sintamos los trabajos de nuestros hermanos, que favorezcamos sus cosas, que digamos siempre bien de ellos y encubramos cuanto en nos fuere sus faltas.
Y así en este mandamiento por la parte que es negativo se depende toda palabra en que el prójimo puede ser ofendido, y por esto hemos de entender que no sólo son prohibidos los falsos testimonios que en juicio se pueden decir, mas también los que no se dicen en juicio. Finalmente, este mandamiento propiamente es un freno para la lengua, para que nunca se desmande a hablar en daño de otro. Porque la cosa que los hombres más a la mano tienen y de que más ligeramente usan, es la lengua; y así es la cosa sobre que menos vigilancia tienen y con que más presto perjudican a su prójimo. Ella es instrumento de la ira, de la soberbia, de la lisonja, de la mentira, de la murmuración y de la vanagloria; todo esto va en un punto a parar allí. Estas son las armas con que más presto nos vengamos, y siendo la cosa con que más daño hacemos, es el daño que entre todos los otros menos estimamos y de que menos nos emendamos. Ésta es la causa por que nos dio Dios este particular precepto para recogimiento de la lengua. Y así no sólo pecan contra él los que dicen falsedad en el juicio, que son los que arriba dije, mas los que la dicen fuera de él, de cualquier manera que sea. Pecan los que descubren las faltas de sus prójimos, y hacen que las sepan y entiendan los que no las sabían. Porque dado caso que digan en eso verdad, todavía el descubrirlo trae consigo cierta manera de falsedad, porque es contra el mandamiento de Dios y contra la ley que expresamente dice que lo que uno no quiera para sí, no lo quiera para otro; y contra el derecho natural que encubre el secreto con que otro puede ser perjudicado, sin obtener de decirlo otro mayor provecho que de callarlo. De aquí se conoce pecar contra este mandamiento los que presumen de grandes reprendedores y dan a entender tener grande enemistad con los vicios; porque nunca hacen sino decir mal de los que tienen oficios en las repúblicas, de los que están en más altos lugares, contando cuentos y fábulas de ellos; porque el oficio de tratar de las faltas ajenas es proprio de los superiores, que tienen cargo de castigarlas, y de los predicadores, que las han de reprender, y enseñar el camino de la enmienda de ellas. Y aun éstos no han de ser tan atrevidos y tan desatentos como algunos se precian de ser, sino con aquella templanza y con aquella consideración y uso que la Escritura divina enseña. De manera que pecan contra este mandamiento todos los murmuradores, sueltos de lengua y mentirosos, y todos los hipócritas, que tienen una cosa y fingen otra. Y aquí también entran los vanagloriosos y los lisonjeros, porque todo esto tiene gran parentesco con la mentira y con el fin que ella pretende.
Mas para saber cuándo una mentira es pecado venial o mortal, es de notar que los teólogos ponen tres diferencias de mentira. La primera es en daño del prójimo o con intención de eso, y ésta siempre es pecado mortal, si la intención no fuese de tal manera encaminada, y el daño tan leve que lo excusase. La segunda es cuando ya que sea mentira, no es sino para aprovechar a alguien, sin que de allí resulte daño a otro, ni haya tal intención y entonces es pecado venial. La tercera es la mentira de broma, que se dice por pasatiempo y no por daño de alguien; y ésta también es pecado venial. Lo mejor sería huir de ella, y mucho más de la costumbre de ella.
Pero sobre todas se ha de huir la mentira que es perjudicial, y mucho más la que es en perjuicio de la fama; porque con este mandamiento ampara el Señor la buena fama de cada hombre, y defiende principalmente cualquier perjuicio que con la lengua puede algún hombre hacer a otro. Porque con la lengua puede una persona dañar, y no menos gravemente que el homicida, o el adultero, o el ladrón. Antes quien con mentira o falso testimonio, corrompe a su prójimo, homicida es, adúltero y ladrón; homicida, porque con su ponzoñosa lengua como con saeta herbada hiere a su prójimo; adúltero, porque con su desvergonzada mentira infama y pervierte a la muy hermosa y resplandeciente verdad; ladrón, porque con su falso testimonio roba la fama y muchas veces la hacienda de su hermano.
Aquí es de notar que por este mandamiento se prohíbe también la murmuración: porque es principio y camino para la detracción, que roba y desdora la fama de los hombres. Este vicio (porque de corazón lo aborrezcas) tiene tres males: el primero, que está muy próximo de pecado mortal, porque de la murmuración a la detracción hay muy pequeño camino que andar, y como estos dos vicios sean tan vecinos entre sí, fácil cosa es pasar del uno al otro. Y así vemos acontecer muchas veces que cuando los hombres comienzan a murmurar, fácilmente pasan de los defectos comunes a los particulares, y de los públicos a los secretos, y de los pequeños a los grandes, con que dejan a sus prójimos tiznados e infamados. Porque después que la lengua se comienza a calentar en la plática, y crece el ardor y deseo de encarecer las cosas, tan mal se refrena el apetito del corazón como el ímpetu de la llama cuando la sopla el viento, o la corriente de agua cuando corre a toda furia.
El segundo mal que tiene este vicio, es ser muy perjudicial y dañoso: porque a lo menos no se pueden excusar en el tres males: el uno del que dice, y el otro de los que oyen y consienten y se calientan al fuego que tú enciendes, el tercero de los ausentes de quien el mal se dice; porque como las paredes tienen oídos, y las palabras alas, y los hombres son amigos de ganar amigos y congraciarse con otros llevando y trayendo semejantes nuevas, de aquí nace que cuando esto llega a oídos del infamado, se agravie y se embravezca contra quien le agravió; de donde suelen recrecer enemistades eternas, y aun a veces heridas y sangre. Por donde dijo el Sabio: “El escarnecedor y maldiciente será maldito: porque revolvió a muchos que estaban en paz”. Y todo esto, como ves, nació de una palabra perjudicial; porque, como dice el Sabio, de una chispa se levanta a veces una grande llama.
El tercer mal que este vicio tiene, es ser muy aborrecible e infame entre los hombres: porque todos naturalmente huyen de las personas de mala lengua como de serpientes y basiliscos. Por donde dijo el Sabio que era terrible cosa en su ciudad el hombre desbocado. Pues ¿qué mayores inconvenientes quieres tú para desistir de un vicio que por una parte es tan dañero, y por otra tan infructuoso? ¿Por qué querrás ser de balde y sin causa infame y aborrecible a Dios y a los hombres, especialmente en un vicio tan cotidiano y tan usado, donde casi tantas veces has de peligrar cuantas abrieres la boca para con otros?
Haz pues ahora cuenta, hermano, que la vida del prójimo es para ti como un árbol vedado, y por consiguiente que de todas cuantas cosas hay en el mundo, puedes hablar, si no de sola ésta. Sean todos de tu boca virtuosos y honrados, y crea todo el mundo que ninguno es malo por tu dicho. De esta manera excusarás infinitos pecados y remordimientos de consciencia, y serás amado de Dios y de los hombres, y de la manera que honrares a todos, así de todos serás honrado. Pon un freno a tu boca, y está siempre atento a engullir y tragar las palabras cuando vieres que llevan sangre. Cree que ésta es una de las grandes prudencias y discreciones y uno de los grandes imperios que puedes tener, si lo tuvieres sobre tu lengua. Y no pienses que te excusas de este vicio cuando murmuras artificiosamente, alabando primero al que quieres reprender: porque algunos murmuradores hay que son como los barberos, que cuando quieren sangrar, untan primero blandamente la tabla del brazo con aceite, y después hieren con la lanceta y sacan sangre. De éstos dice el Profeta que hablan palabras más blandas que el óleo, mas que ellas de verdad son saetas. Por donde no solo has de huir de las otras maneras de murmurar, sino también de ésta, que cuanto es más artificiosa, tanto es más engañosa para ti y más perjudicial para los otros.
Y como quiera que sea grande virtud abstenerse de toda especie de murmuración para con todos, mucho más lo es para con aquellos de quien fuimos ofendidos. Porque cuanto es más fuerte el apetito de hablar más de éstos, tanto es de más virtuoso y generoso corazón ser templado en esta parte. Y por esto conviene aquí tener mayor recaudo donde suele haber mayor peligro.
Y no sólo de maldecir y murmurar, sino también de oír lenguas de murmuradores y maldicientes te has de abstener, guardando aquel consejo del Sabio, que dice: Tapa tus oídos con espinas, y no oigas la lengua del maldiciente. Donde no se contenta este Sabio con que tapes los oídos con algodón o con otra materia blanda, sino quiere que sea con espinas, para que no sólo no te entren las tales palabras en el corazón dándoles crédito u holgando de oírlas, sino también piques el corazón del que murmura haciéndole mal rostro a sus palabras, como más claramente lo significó en otro lugar diciendo: El viento del norte esparce las nubes, y el rostro triste la cara del que murmura. Porque como dice San Jerónimo, la saeta que sale del arco, no se hinca en la piedra dura, sino de allí salta y hiere al que la tira. Y por tanto si el que murmura es tu súbdito, o tu hijo, o tal persona que sin escándalo le puedas mandar que se calle, debes hacerlo: y si esto no puedes, a lo menos entremete otras pláticas artificiosamente para cortar el hilo de aquéllas, o mostrarle tan mal rostro, que él mismo se avergüence de lo que habla, y así quede cortésmente avisado y se vuelva del camino. Porque de otra manera, si lo oyes con alegre rostro, das tú ocasión que pase adelante, y así no pecas menos oyendo tú que hablando él, pues no es menos mal pegar fuego a una casa que estarse calentando a la llama que arde, estando obligado a acudir con agua.
Mas entre todas estas murmuraciones la peor es murmurar de los buenos y de todos aquellos que entienden en obras de devoción y piedad: porque esto es acobardar y retraer a los flacos y pusilánimes del servicio de Dios, y cerrar la puerta a otros más flacos para que no osen entrar con este recelo. Porque aunque esto no sea escándalo para los fuertes, no se puede negar sino que lo es para muchos flacos. Y porque no tengamos en poco esta manera de escándalo, acordémonos que dice el Señor: “Quien escandalizare a uno de estos pequeñuelos que en mí creen, más valdría que le atasen una piedra de atahona al pescuezo y lo echasen en lo profundo del mar”.


miércoles, 16 de octubre de 2024

lunes, 7 de octubre de 2024




 No busques ni bases tu relación en cosas que son pasajeras (como el físico, el sexo, apariencias, lujos, dinero, etc.), solo desperdiciarás tu tiempo y te quitarán tiempo valioso, porque cuando vengan los problemas (que los habrán en cualquier relación) todo eso no te servirá.

Incluso hay pensamientos, valores y creencias que no son compatibles con nosotros y que aún así, nos dejamos llevar... sabiendo de antemano que esa relación no traerá nada bueno, a la larga serán relaciones que estarán destinadas al fracaso y que traerán sufrimiento.

La mejor base para un noviazgo es la amistad, ahí conoce y busca bondad, virtudes, cualidades, espiritualidad, empatía, comprensión, una persona con quien puedas crecer, y que sobre todo te acerque a Dios.